Summa.
Es Marzo y las hojas quemadas caen de los árboles.
Desfilan en inmensa columna:
Alcatóo, las rameras de Creta, el Minotauro
las águilas de Prusia, las islas Caledonias, los fantasmas de tu corazón
el Señor de Tracia, la dura sensibilidad de Chlóe
Adolf, Sigmund, las Cariátides
las largas filas de damnificados por el terremoto mas violento, el de Chillán
las abejas, los rayos de sol
los plateados rayos de la luna
Euríloco, Horacio, el príncipe furioso
las olas
los acantilados normandos, las playas galesas
Neanderthal, Gengis Khan
Fernando e Isabel
el Cid
Adriano
Tomás Moro, Roldán,
Tiziano, Salvador
Paris el deiforme
cada uno de los negros bucles de Perséfone
los pescadores de la costa en Nara, las nubes sobre Nínive
los caballos de alabastro
Simón el americano, Charles y Amadís, los de Gaula
el Argifontes, Nabucodonosor, las hordas asirias, fenicias,
el huracán de los medos y los persas
la garganta de las Termópilas
el Cronión, Barrabás, los doce
el Papa que sonríe
Espartaco, Agustín de Hipona, Mitrídates
Safo, Helena, Genoveva,
las Osas Mayor y Menor
el paso de Djebel El Tarik
todos en orden marcial
en riguroso silencio
con los pendones flameando cual las velas de frágiles carabelas
dispuestos a pronunciar la nekyia
la interrogación a las sombras de los muertos
cada cual frente a su propio Elpénor.
Nota: Elpénor, el desgraciado compañero de Ulises cuyos despojos fueron abandonados sin haberle hecho las exequias. Como se notará, seguimos tras la ruta del último Camarada
Calavera en la arena frente a la pirámide de Sahara, en Egipto. Quizás haya sido de algún peregrino que intentaba alcanzar las riberas del mitológico Nilo, y cuyos huesos pasaron con el tiempo a formar parte del inmenso arenal mas allá de las verdes riberas del río.
3 comentarios:
Suena peligrosamente, peligrosamente, a la fiebre de Borges en su Aleph.
Ubicuidad. Totalidad.
Todo tan grande...
Pequeñita, desde el extravío, resilente,
Cronopio Xi.
delirio épico de tu corazón,
vuelo solemne que hace verano.
en ese desfile marcial, en ese paso por el mundo de los muertos no puedo imaginar los rayos de sol ni los de la luna, tampoco a las abejas ni las olas...no, no puedo
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