martes, 26 de agosto de 2008


Summa.



Es Marzo y las hojas quemadas caen de los árboles.
Desfilan en inmensa columna:
Alcatóo, las rameras de Creta, el Minotauro
las águilas de Prusia, las islas Caledonias, los fantasmas de tu corazón
el Señor de Tracia, la dura sensibilidad de Chlóe
Adolf, Sigmund, las Cariátides
las largas filas de damnificados por el terremoto mas violento, el de Chillán
las abejas, los rayos de sol
los plateados rayos de la luna
Euríloco, Horacio, el príncipe furioso
las olas
los acantilados normandos, las playas galesas
Neanderthal, Gengis Khan
Fernando e Isabel
el Cid
Adriano
Tomás Moro, Roldán,
Tiziano, Salvador
Paris el deiforme
cada uno de los negros bucles de Perséfone
los pescadores de la costa en Nara, las nubes sobre Nínive
los caballos de alabastro
Simón el americano, Charles y Amadís, los de Gaula
el Argifontes, Nabucodonosor, las hordas asirias, fenicias,
el huracán de los medos y los persas
la garganta de las Termópilas
el Cronión, Barrabás, los doce
el Papa que sonríe
Espartaco, Agustín de Hipona, Mitrídates
Safo, Helena, Genoveva,
las Osas Mayor y Menor
el paso de Djebel El Tarik
todos en orden marcial
en riguroso silencio
con los pendones flameando cual las velas de frágiles carabelas
dispuestos a pronunciar la nekyia
la interrogación a las sombras de los muertos
cada cual frente a su propio Elpénor.
Nota: Elpénor, el desgraciado compañero de Ulises cuyos despojos fueron abandonados sin haberle hecho las exequias. Como se notará, seguimos tras la ruta del último Camarada

Calavera en la arena frente a la pirámide de Sahara, en Egipto. Quizás haya sido de algún peregrino que intentaba alcanzar las riberas del mitológico Nilo, y cuyos huesos pasaron con el tiempo a formar parte del inmenso arenal mas allá de las verdes riberas del río.

sábado, 23 de agosto de 2008

φ




El espejo está oscuro y las sombras vagan
de un rincón a otro de la amplia superficie.
Una imagen que reconozco
destella temblorosa.
“Camarada ¿qué es eso?”
Los ojos se le han vuelto glaucos.
“Un incidente”.
Se mueve de atrás adelante
con el mismo bamboleo de los locos
cuando están ensimismados.
Luego se levanta y se pierde en las dunas.





Frontis de la casa de Kafka en Praga. La hermosa escultura destaca el temple atormentado y digno, eslavo, de Franz.

domingo, 17 de agosto de 2008



“Camarada, ¿qué es la muerte?”
Ríe.
Levanta del suelo unas hojas que han caído
con ademanes livianos y gráciles.
Pide una cerveza.
Se vuelve a mirarme
y en el fondo de mis ojos ve las olas.
“Son solo ataduras.
Después desaparecen”.



Los Rollos del Mar Muerto. Jordania, 2005. Están en una vidrieras, en un museo blanco, en una pequeña ciudad donde venden perfumes.

martes, 12 de agosto de 2008



La entrada a la casa de Georg Trakl, en Salzburgo, Austria. El viejo zaguán está en admirable estado de conservación. Trakl entraría calladamente como si no hubiese pasado el tiempo, el mismo que ha blanqueado sus huesos y que ha hecho que su poesía ressuene en el interior de millones de almas.

Cuando oí hablar de él me pareció que escribía sobre crepúsculos que estallaban en colores iridiscentes. O sobre seres que entraban en murallones de roca como quien llega a su casa. O sobre cielos que se desploman explotando en fastuosas columnatas amarillas y púrpura. Pero no. Es un poeta callado e intimista. Solo que su intimismo es el de un alucinado.

Y no podía ser de otro modo. Uno sale a la calle en la que está la casa donde creció y, por ejemplo, pocos pasos mas allá hay una plazuela que parece gris pero que tiene unos caballos angustiados huyendo de una fuente, por delante de los portalones de la Catedral. De detalles así está llena Salzburgo. Por eso no podía ser el de Trakl un universo de formas achatadas u opacas, por intimista que fuese su poesía.
Trakl movió a una generación entera de poetas chilenos, lo que es mucho decir. Gente de "La Mandrágora" y de otros talleres encontró su camino siguiendo la lóbrega voz de Trakl. Ahora que el cielo está encapotado y que Santiago está parda y que amenazan algunos goterones, recuerdo la casa de Trakl, el Castillo de Salzburgo, los caballos que piafan huyendo del agua y la voz de Trakl que, como la de muchos poetas, desde el principio de los tiempos, no ha de tener fin.
Recomendación: http://memoryframes.org

sábado, 9 de agosto de 2008

Esta y la anterior entrada fueron publicadas en un diario de Santiago durante 2006, creo. Fueron hechas para público general y para entretenerse un poco.

Acerca de lo que traen los sueños.


En la Rapsodia XIX de La Odisea, el hermoso canto de los griegos, Penélope dice que “hay dos puertas para los leves sueños: una construida de cuerno y otra de marfil. Los sueños que vienen por el bruñido marfil nos engañan, trayéndonos palabras sin efecto; y los que salen por el pulimentado cuerno anuncian al mortal que los ve cosas que realmente han de verificarse”. Como se ve desde hace mucho tiempo los hombres han pensado que los sueños son manifestaciones de otro mundo, reflejos de otra realidad, y por lo mismo es que se han entregado con pasión a la necesidad de descifrar sus contenidos y los posibles presagios que podrían traer.
La época de la ciencia ha seguido pensando de igual manera con respecto al contenido de los sueños. Para los expertos de hoy los sueños parecen ser reflejo de otro mundo, aunque no de otro mundo más allá de éste, en una dimensión ultraterrena. Los sueños son vistos hoy día como expresiones de un mundo interior que ocurre más allá de la consciencia, en los límites de la vida físico-química y por lo tanto en el nivel de los instintos y las pulsiones elementales, o en el ámbito de los procesos y conflictos inconscientes. El mundo desde el que surgirían los sueños sería el mundo psíquico que no accede a la consciencia cotidiana y por lo tanto allí, en el mundo de los sueños, es donde se podría buscar las motivaciones y las tendencias que durante el período lúcido no son accesibles a la comprensión de la persona.
Este enfoque es el que parece prevalecer en los distintos puntos de vista académicos respecto de los contenidos de los sueños. Buscar significados en el contenido de los sueños sería de este modo buscar en las tendencias menos conscientes pero quizás más determinantes de las conductas de los individuos. Así, el plexo de los sueños, lo que está oculto en sus contenidos, sería una expresión de lo mas hondo de la vida psíquica.
Algunos han ido más lejos y han sostenido que los sueños son un reflejo vívido de los deseos no satisfechos aún o de los deseos reprimidos por instancias superiores del aparato psíquico. Los deseos negados, los deseos que se sabe que nunca se realizarán, los deseos cuya satisfacción es impedida por el pudor o la sanción social, aparecerían en el teatro de la consciencia solo en el período en el cual el yo o la noción de realidad decaen en su actividad, o sea en el período del dormir. Desde esta perspectiva estudiar el contenido de los sueños sería una estupenda herramienta para conocer los deseos no actuados por el sujeto y por lo tanto, para conocer su verdadera personalidad. Para analizar los deseos ocultos en los sueños incluso se han elaborado catálogos con los significado de los sueños en los cuales por ejemplo se dice que soñar con volar se relacionaría con deseos no actuados de libertad o de liberación.
Otros piensan que los contenidos de los sueños reflejan sentimientos que el sujeto está viviendo intensamente en el período actual, de los cuales puede o no estarse percatando. Por ejemplo, se dice que soñar con el mar o con extensiones de agua es reflejo de sentimientos de soledad o de aproximación a la muerte, con o sin temor por ella. Otros aún piensan que los sueños están constituidos por material arquetípico, proveniente del inconsciente colectivo, aquel inconsciente que es patrimonio de toda la especie humana y de cada uno de los individuos que la conforman. Jung recogió material de sueño sorprendentemente semejante entre sujetos que vivían en Nueva York y sujetos que vivían en una lejana y atrasada tribu africana.
Muchas personas reportan que algunos de sus sueños tienen carácter premonitorio, es decir que anuncian el futuro. Dicen que han soñado con eventos que después tienen lugar y que son capaces de distinguir claramente aquellos sueños que se realizaran de aquellos que solo son sueños. Como los sueños que vienen por el bruñido marfil y el pulimentado cuerno. No hay aún estudios serios a este respecto. Pero, ¿quién puede decir que la bella Penélope, que destejía por la noche lo que tejía de día, no tendrá razón?.





Rodin: "El Sueño". Greda, yeso y madera. Museo Rodin, Paris.

martes, 5 de agosto de 2008


Farándula.


Farándula es, de cierta manera, el escenario que la sociedad entera requiere para tener la atención colectiva puesta sobre algo. Por supuesto, ese algo tiene que ser atractivo para la gran mayoría, no solo para una élite, y tiene que concitar no solo el gusto sino también la pasión. El escenario de la farándula tiene que apasionar para que se precie de tal: tiene que capturar las pasiones, altas y bajas, y debe por lo tanto conmover e interesar.
Por supuesto, la actividad farandulera es no más que una parte del espíritu colectivo. Hay otras partes de ese espíritu que tienen otros escenarios, algunos más públicos, otros más íntimos. La religión, la academia, la estética son también fuerzas colectivas que reclaman su lugar y son necesarias para que el alma de una comunidad cristalice a plenitud. Como en otros ámbitos, si alguna de estas fuerzas prevalece desmesuradamente, la sociedad enfermará. Es lo mismo que ocurre, en otro nivel, con la personalidad. La personalidad normal es una delicada mezcla de todo tipo de rasgos. Cuando un rasgo se hace muy marcado, toma el control del total de la personalidad y ésta suele hacerse disfuncional, como en el narcisismo o en la histeria. Con la sociedad es lo mismo. Si una de las fuerzas que componen el alma de una comunidad crece desmesuradamente, probablemente terminará haciéndola disfuncional.
La sociedad chilena se ha farandulizado. La farándula ocupa en gran medida el espacio público. Otras actividades importantes, como la política o el deporte, han adquirido las prácticas y códigos de la farándula, del saber estar en el escenario concitando la pasión. Todo aquello que no tiene la posibilidad de hacerse farándula ha perdido su valor social y se le connota con el carácter de solo la anécdota. Las técnicas para concitar la pasión colectiva se han refinado al extremo y con ellas sucesos sin valor alguno adquieren un carácter trascendental. Ha aumentado desmesuradamente el número de personas que harían cualquier cosa por ser parte de la farándula. Y, penosamente, se aprecia que “cualquier cosa” es literalmente eso: cualquier cosa. Una madre nos decía hace poco, orgullosa por lo demás, que su hija adolescente no sabía a qué se iba a dedicar en el futuro pero que la muchacha tenía clara una cosa: iba a ser famosa a toda costa.
Es como si la farándula se fuese tragando el espíritu colectivo y el individual. Como si lo único que adquiriese valor fuese aquello que despierta una pasión, no necesariamente elevada. La manera de ganar una elección, por ejemplo, pasa por haber estado mas tiempo en el escenario, da lo mismo en qué rol. Como si “ser visto” fuese suficiente para “ser apreciado”. Como si en el alma pública hubiese un escasísimo espacio de reflexión, en el cual elaborar si aquello que ha sido visto es realmente valioso o es preferible que sea olvidado. Estar en la farándula es “ser amado”. Y es esencialmente ésto lo que revela nuestra enfermedad.
Recordamos la Histeria, el extravagante trastorno de personalidad descrito por los autores clásicos de la psiquiatría. En ella, el rasgo central es la necesidad de estima, que es constitutiva de toda personalidad. No existe ser humano que no lo tenga. Como rasgo, la necesidad de estima se mezcla con otros rasgos y, en delicado equilibrio con los demás, forma la personalidad normal. Pero cuando este rasgo se exacerba con desmesura, la necesidad de ser estimado comanda toda la actividad psíquica, y de este modo la conducta y la forma de procesar la realidad terminan puestas casi exclusivamente al servicio de obtener el afecto a como dé lugar. Las personas histéricas o con predominio de rasgos histéricos en su personalidad establecen relaciones superficiales y frágiles ya que son como colibríes que van de una flor a otra; se sienten profundamente dañadas cuando el objeto de su amor actual entrega algo de su cariño a otra persona, y exigen hasta mas allá de la saciedad cuando se aseguran de que han suscitado un afecto verdadero.
Estamos sumidos en una penosa farandulización, como si el período actual de desarrollo de nuestra sociedad tuviese el carácter de la histeria. Nadie ha visto una personalidad histérica que pueda ser feliz. A lo más, alcanzan la popularidad. Las personalidades anormales tienen la posibilidad de la psicoterapia. A nosotros, los farandulizados, tan solo nos queda esperar.






domingo, 3 de agosto de 2008



Por diversas razones, trozos de mi pasado entran en la realidad como icebergs que vinieran de un tiempo remoto. Unas fotos de la Escuela que no conocía, una compañera con la cual apenas crucé palabras en esa época, una páginas en internet, y el pasado aparece como iceberg que remontara un río de aguas mansas colina arriba.

Tormentoso y rutilante el tiempo de la primera juventud. Hermoso pero turbulento. Uno no sabe de qué lado estaría realmente si le tocara ahora estar en la calles de Paris en Mayo del 68. Los románticos dirán "¡en las barricadas!", quizás sin pensar en que ya no son los mismos y que desearían conservar los pequeños baluartes que han conseguido. Los otros dirán "¡con De Gaulle!" sin pensar a la primera en las injusticias de las que habrán sido objeto mas de una vez por parte de un sistema vetusto y arbitrario. Yo creo que me iría a una cervecería a ver pasar a unos corriendo detrás de otros y después a otros detrás de unos, sonreiría con esos graffittis que dieron la vuelta al mundo ("Seamos realistas: pidamos lo imposible") y terminaría el día buscando recuerdos botados en la calle, un poco achispado y habiendo trabado amistad con tipos de uno y otro lado. ¿Escéptico? ¿Cínico? ¿Vividor? Quizás un poco de todo, y mucho de nada. Habemos los que necesitamos nada mas que una pequeñísima excusa para armar una zarabanda y subirnos a una carabela con rumbo desconocido. A un amigo querido, poeta, le gusta una canción roquera en la que un tipo que va por el desierto ve venir de pronto por la carretera tres carabelas. Las detiene y pregunta donde van. El sujeto que va a popa mira a lontananza y dice "A descubrir un mundo", o algo así, y continúan.

Compro tres libros: "El castillo blanco", de Pamuk, "Dias aún mas extraños", Ray Loriga, y "Travesuras de la niña mala" de Vargas Llosa. Como siempre, imposible parar de leer. La planta de los poetas comienza a reverdecer de a poco afuera de mi ventana y en el aromo despuntan los amarillos de las centelleantes flores. Seamos realistas, pidamos lo imposible: que los iceberg alcancen gloriosamente la cima de las mas altas colinas, un poquito mas allá de este mundo.

Paris, 2004: cima de la Torre Eiffel, el Sena, Elohim.