viernes, 17 de octubre de 2008


Este es el loto flotando en el antejardín del Museo de El Cairo. La flor blanca que pespunta entre las hojas es hermosísima. La flor del loto es como un suspiro de nieve que apareciese en el lacerante sol del desierto.
Miro ex profeso la foto en estos días feroces, llenos de una y otra cosa que hay que resolver, empujar, sostener, soportar. Días feroces en que mi amante, la palabra, se esconde y con razón, porque no hay tiempo para echarnos juntos en la arena y mirar el atardecer. Las Musas son así, sensibles y exigentes, y está bien que lo sean. Si no, capaz que los mortales las olvidemos.
Miro la flor del loto que pespunta entre las hojas verdes y apuro el café, sostengo con fiereza las armas, y apunto que uno de estos días, alguno al menos, veremos con las Musas en el atardecer cómo las flores del loto reemplazan al sol en el horizonte de las palabras.

5 comentarios:

luciérnaga dijo...

A un rincón olvidado del alma llegan sus magníficas letras
como un torrente de sentido.
Un abrazo.

L.

Rodrigo dijo...

No sólo las musas querido mío...no sólo las musas.

Un abrazo al cubo.

PS: que bonita la imagen del suspiro de nieve...es de una fuerza increíble.

fidelio dijo...

estas flores suspendidas en el agua son un delicado alivio para un alma tocada por una semana de corazones sangrando... quizás con la frescura de esta imagen despierten nuevas palabras, como las flores con el sol, como las Musas al atardecer.

Beatrice dijo...

Me gusta esa amante que confiesa: la palabra.... ya volverá

Camino del sur Pilar Obreque B dijo...

Viaja a través del orbe la belleza que despierta en el poeta la simple observación de una flor maravillosa.


Te envío cariños y mis deseos que tengas tiempo para dedicar a la musa.