Don Antonin. Artaud, por supuesto. Dibujo de Man Ray.
Escribió "El suicidado de la sociedad" entre otros textos, cuando ya su viaje metanoico había cobrado impulso propio, más allá de él, y él ya no tenía el control. Si antes se había sorprendido, y después, alucinado con el desprendimiento de su alma hacia otros mundos, abandonando un pobre cuerpo arrasado por la sociedad (los condicionamientos sociales diría un neurocientista), esta obra es la de un espíritu que ya perdió el control del viaje y se ha vuelto desesperado.
Se suicidó en su última residencia, un manicomio, desde el cual se fugaba cada día para ir a las instalaciones de Radio Francia, en la Torre Eiffel, a declamar sus famosas audiciones con las que pretendía inflamar o criticar al espíritu de la sociedad entera.
Tuve que revisar su historia, que yacía junto a muchas otras que hay en los avernos de mi memoria, a propósito de una conferencia vía streaming sobre Arte y Terapia que me encomendaron.
Antonin sigue siendo Antonin, en mi memoria y en mi espíritu.