lunes, 28 de diciembre de 2009

Regalos. De todos los tipos y fórmulas. Traen un significado de cariño y amistad, o de amor simple y directo. Acompañados de dulces palabras, como son las que pronuncian los amigos, según decían los griegos. Principalmente libros y trago. Exquisitos vinos, whisky (¡un blue label!!!... casi se me entra el habla...), por ahí otros espirituosos precisos y delicados.
Y libros. Una antología de Oscar Hahn, maravillosa. Para leer frente a alguna playa perdida, con solo el océano y el Altísimo por delante. El Cantar de los Cantares, el canto de amor mas bello jamás escrito. Ojos Azules, de Perez Reverte, mi autor de aventuras favorito, para hacer feliz a mi espíritu lleno de cabriolas. Cuentos Naturales y Sobrenaturales de Carlos Fuentes. El mal de Montano, de Vila-Matas. Quien me lo hizo llegar dice que yo tengo esa enfermedad. Lo peor es que es cierto. La enfermedad de la literatura. Un libro de recetas de cocina, por mis inefables y maravillosos hijos. Viene total. Y uno que me regalé yo: El marino que perdió la gracia del mar, del magnífico Mishima.
El Marino... lo presté hace unos 18 años atrás y no lo volví a ver. Me abrió al mundo de Yukio Mishima, que era un samurai. Vivía como escritor, hizo la vida como escritor pero en el fondo era un samurai. Sentía como samurai y cuando su último acto en la vida fracasó, la toma del cuartel general de las fuerzas armadas niponas, se hizo el harakiri ritual. Su vida tenía un sentido mas allá de este mundo, basado en el honor y la pureza. Leí a Mishima por años, libro tras libro, tratando de oler la pureza inmaculada de la que hablaba. Por ahí expuse un trabajo sobre el sentido de la existencia asentado sobre la idea de pureza espiritual de Mishima. En fin. La estela de un samurai. El día de Navidad ví el libro en un anaquel y no lo dejé ir. He vuelto a ojearlo (sin h...) y no solo ha vuelto la estela sino también otra estela, la mía de hace 18 años. Ha sido un buen sorbo, un poco difícil de digerir.
Libros. Desde que era niño quienes me conocían sabían que era el mejor regalo. Ahora se ha agregado el trago. Ambos de esencias espirituosas. ¿Quedará alguna estela de uno? ¿Quedará algo más que el recuerdo? Vayase a saber. Quizás lo único que quede para siempre sea la visión de una playa frente a la cual se pueda sentir el soplo del altísimo, para lo cual es necesario el vino cantado en el Rubaiyyat.
Regalos, estelas... bien comienza el 2010.

martes, 1 de diciembre de 2009


Hace tiempo que no venía. Demasiada vida, demasiado tráfago, demasiada existencia o inexistencia, vayase a saber. El caso es que no había venido y no puedo dar cuenta exactamente de por qué.
Recorro blogs amigos. Por ahí alguien dice que está comenzando la muerte de los blog. Mas allá de si es o no cierto, siento que me apenaría dejar de saber de algunas personas y personajes que se han ido haciendo estimados y acaso queridos. Personas y personajes que me han dejado pensando en que a través de este medio se puede entrever algo que no se podría pispar en el día a día y que vale la pena conocer. Algo respecto de la verdera esencia de los demás, de cada uno en particular.
Por un rato miro mis notas pasadas y me sorprende cuán rapidamente se han ido los yo que era en ese rato y cuán lejos de esos yo están los yo que soy ahora. Mucha agua debajo de los puentes, quizás terribles cataratas. De todos modos hay algo que no varía y que parece ser esa borra que soy verdaderamente yo, y que es semejante a la que puedo entrever en los blog de quienes visito regularmente. Me he quedado con algunos, entre muchos que son espectaculares. ¿Por qué? No lo sé. Por qué esos y no otros, no lo sé. Supongo que tiene algo que ver con los invariantes y la borra de los otros y la mía, que algo deben tener de mutua admiración, o sincronía, u orientación, de nuevo vaya uno a saber.
Una foto para dejar de ser un personaje y ser una persona. Ahora que están desapareciendo los blog y en adelante seguiré notificando al aire o al éter acerca de mis delirios y fantasías, supongo que no serán necesarios los personajes. Quizás alguien requiera ser un personaje ante sí mismo. No sé. Conozco gente así y son tan buenos como los mejores, aunque me cueste entenderlos. Me tomé la foto en Florencia antes de entrar a dar una conferencia a la que no asistió nadie porque era en el último horario del Sábado en la tarde, y no quedaba nadie en el Congreso, y los que quedaban no estaban ni ahí con ningún congreso, solo querían respirar Florencia. Ni siquiera llegaron los otros dos conferencistas. Esperé un rato y me fuí a caminar solo a sentir Florencia. Esa noche oí en la Piazza Vecchia a un bardo que cantaba Simon & Garfunkel a todo pulmón mientras el cielo estaba negro. Ahora que mueren los blog y el cielo se pone negro, supongo que quedarán bardos que canten en sus abandonados blog esperando que su voz sea oída nada más que por el aire y el éter, sin necesitar ser un personaje ante sí mismo. No me los voy a perder. Por ningún motivo me los voy a perder.


martes, 27 de octubre de 2009


Sigo pegado con la reflexión acerca de los santos de las culturas occidentales y árabes, a propósito de la visita que hice en Estambul a la tumba de Mehmet el Conquistador. Los santos occidentales redimen, sufren un martirio que es una expiación para el resto de la humanidad. Los santos musulmanes son feroces y resplandecientes guerreros que conducen a las masas hacia el cielo, a punta de espada y corazón. La madre y el padre. Eros y Tánatos buscando entrar en la eternidad.

La escena es en las afueras de una mezquita, en el mes de Ramadán. Se come y se está con los amigos disfrutando de la compañía y de la existencia entera. Quizás en un rato más pase Mehmet sonriendo y recibiendo los saludos y las flores que lancen las huríes antes de partir a convertir infieles. Se está muy a gusto ahí. Mehmet es un tipo bajito y jugoso al cual le gusta sonreír. Comió algo de kebab y tomó té, cosa que varios imitamos. Mi viejo es un tipo bajito y divertido que tiene su genio y sabe hacer reír. Mi vieja es un encanto. Tal vez por eso sea que me ha llamado tanto la atención la exquisita vibra que se arman los árabes en Ramadán, mezcla del mas puro cielo con las hojas del té, mientras en manada toman camino alborozado y feliz hacia ese Camarada que llaman el Altísimo.


martes, 6 de octubre de 2009

Estambul. Esta imágen al atardecer, con los rayos dorados del sol al fondo recortando los minaretes de la mezquita de Solimán, es tan magnífica como el mismísimo sultán. En las afueras de la mezquita una mujer vieja vendía alimento para las palomas, y si uno dejaba caer las migajas alrededor, las palomas se arremolinaban en torno. Algo más allá está la entrada al Bazar de las Especias, un lugar en el que los olores y los gustos son como un ventarrón de primavera. Y al frente, el Bósforo, el paso de mar que conecta el Egeo con el Mar de Mármara.
Quizás lo mejor haya sido ver a los derviches bailar su extasiante danza al son de una música hipnótica. Giran y giran y algo empieza a decantar. Giran como si con eso fuesen a entrar en el cielo. Es posible que de tanto girar hayan dejado en Estambul, esa bella mujer anciana y delicada, el tono de eternidad que se siente bajo los minaretes y en Santa Sofía, la rutilante basílica de los bizantinos.

jueves, 10 de septiembre de 2009


El Encelado. Jardines de Versalles.
En los jardines de Versalles está la fuente de la foto. Es un ser que, desgarrado, trata de liberarse del abrazo de la Tierra. Por largo tiempo me intrigó la imágen y el personaje, y me dediqué a perseguir su historia hasta que supe de quién se trataba. Está mencionado en La Eneida. Se trata del Encelado, uno de los Titanes que lucharon con Zeus.
La Tierra tuvo algunos hijos, los Titanes, Prometeo entre ellos, que le robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres, por lo cual tuvo que pagar eterna culpa encadenado a una cima donde noche a noche baja un águila a comerle las entrañas. Era tal su amor por la humanidad que, a sabiendas del castigo, de todos modos robó el fuego.
Otro Titán era el Encelado. Los Titanes, hijos de la Tierra, lucharon con Zeus, el padre de los dioses, por el control del universo. Como fueron derrotados, sufrieron diversas penas. El Encelado fue enterrado en las entrañas de la tierra, en Italia, bajo el Etna. Cuando el Etna entra en erupción es porque el Encelado está bramando y pugna por salir.
Me intrigaba no solo la mitología y la historia. Me intrigaba la imágen. Le intrigaba mas bien a mi inconsciente. De cierta manera, me dedico a observar las erupciones de los Etna y a olisquear qué Encelado es el que busca abrirse paso. A veces se puede y a veces no. Me he ido familiarizando con los vapores sulfúricos con el paso del tiempo y ya no me asustan. Todo eso es lo que se me agolpó en la mente cuando tomé la foto del Encelado. Por alguna rendija de mi inconsciencia, el homenaje a mucha gente valiente que he conocido enfrentandose a si misma se asomó. Esa noche me fui a un bar franchute y empiné el codo un poquito mas de la cuenta. E hice un brindis en la noche por todos los hermosísimos Encelados y Prometeos que me ha tocado en suerte conocer.

jueves, 3 de septiembre de 2009


Cada cierto tiempo vuelvo a mirar este Dalí. El cielo, las aspas hechas de alas de mariposas, la inmensa llanura que se pierde en el horizonte, el hombre alucinado y gallardo mirando la cúspide de los molinos, tienen algo que hace huir la desazón. Quizás sean las alucinaciones, quizás el cielo, quizás la intensidad del lugar que podría hacer olvidar hasta el mas recalcitrante de los malos recuerdos, algo hay que hace huir a la desbandada a la desazón. Tampoco sé por qué, pero hoy es uno de esos días en que mis ojos, alejados de otra voluntad que la suya propia, se empecinan por mirar los molinos de Dalí. Miro mis ojos en el espejo y no puedo adivinar detrás de qué andan. Creo que una vez más, tienen su juego propio mas allá de los dobleces y cabriolas de mi voluntad, la cual, en estos casos, no puede hacer otra cosa que abandonarse y sonreír.




viernes, 21 de agosto de 2009

Sweet.

Sweet Melancholia. Sweet que baja por la garganta algunos días de los cuales apenas queda una memoria visceral al cabo. Sweet que se queda pegada en los bordes de la retina y desde ahí se derrama como una suerte de suavísimo tsunami hacia el nervio óptico y por ahí hasta el cerebro dejandolo en estado de anunciación. Sweet Melancholia que trae un rosario de recuerdos que parecían haberse perdido o sencillamente haber desaparecido y que vuelven a causar ese bello dolor nostálgico de la sweet. Y que después hacen que el corazón y el espíritu estén dispuestos a cualquier empresa en la que haya que perder la vida, la fama y hasta a la misma melancholia, aunque no el honor.
Enciendo una lámpara de pie que despide una tenue luz amarillenta y que ha estado ahí por largo tiempo. Es larga y esbelta como una gacela. Tiene una ligera capa de polvo y herrumbre que, si desapareciese, se llevaría la sweet de la lámpara, la cual, a pesar de quedar resplandeciente y desnuda, ya jamás volvería a ser la misma lámpara esbelta como una gacela y que desea desaparecer.

jueves, 30 de julio de 2009

Encontré un antiguo estudio en el computador de la universidad, un borrador acerca de hombres escépticos y valientes que, por lo tanto, no temen a la Muerte. Supongo que en algún lugar del universo quedaran algunos.




TERCIOS


Miran a los ojos y parece que están secos
que no tienen vísceras
que sus cascos de hierro están ardiendo
que sus fibras musculares apenas se contraen.

Aún así se mantienen duros en las trincheras
decididos y llameantes
pero vacíos
como estrellas apagadas
cuyo fulgor
aún alcanza a la tierra.

Se mantienen en las trincheras fieles a su costumbre
de esperar a la muerte a pie firme

antes que huir.
Las banderas les dan lo mismo.
Miran a los sargentos y capitanes con cierto desdén:
lo único que pueden mirar con atención
son las picas y alabardas del enemigo
que avanza.

Miran a los ojos con la misma firmeza
con que miran a la muerte
que avanza
en la punta de las picas y alabardas
y están decididos a esperarla
a pie firme
antes que huir.

miércoles, 15 de julio de 2009

Había leído "La Eneida" hace un par de años, y no me había causado gran impresión. Ahora que he vuelto sobre ella en una prolija edición mexicana en verso (feria baires) me sorprendo de que en realidad Virgilio es casi tan grande como los griegos que llamamos Homero, como decía Borges, el memorioso.
En el Canto IV, Dido, la reina fenicia enamorada que ve como Eneas toma sus naves y se larga a buscar su destino compelido por los dioses, se suicida con la espada del héroe troyano. Agoniza largamente en brazos de su hermana. Los dioses, apiadados por el sufrimiento de tal agonía, envían a Iris para que corte el bucle que apenas ya une el alma al cuerpo. Iris cruza los mares y al llegar a la vera de Dido, corta delicadamente el delicado bucle, y entonces el alma, que pugnaba denodamente por liberarse, se echa a volar.
Miro los ojos de tus ojos, miro los cielos de tus cielos, y veo tu alma volar. Es eso lo que sobrenada en los encantados versos de Virgilio. ¿Vería alguna vez él unos ojos al fondo de los cuales revolotea un alma?

viernes, 3 de julio de 2009

Termino, una vez más, quizás la octava, "La Ilíada", el canto de los cantos, esta vez en verso, en una cuidada versión mexicana que encontré en la última feria del libro de baires. El cruel Aquiles, acusado de impío, el sensato y poderoso Príamo, Casandra, a quien se le otorgó el don de predecir el futuro y también la maldición de que nadie le creyese, Héctor, bello y tremolante domador de caballos, Briseida, la de hermosas mejillas... resplandecientes seres salidos del mito y que siguen poblando las mentes de miles como yo que pueden verlos aparecer de entre las sombras del tiempo.
En ese espíritu releo a Robert Browning, en una exquisita traduccón del exquisito Armando Roa Vial, hijo de mi homónimo profesor.




Próspice

¿Temer yo a la muerte? Sentir la bruma en la garganta,
la niebla en el rostro,
cuando cae la nieve y las ráfagas anuncian
la cercanía del lugar,
el poder de la noche, la presión de la tormenta
y la presencia del enemigo.
Allí donde el gran miedo se consagra en su forma visible
y el hombre fuerte debe avanzar:
porque el viaje ha concluido y conquistada la meta
las barreras se derrumban,
aun cuando falte todavía un combate para alcanzar el galardón,
la recompensa de todo.
Siempre fui un luchador; por ello... que venga otra batalla,
¡la mejor y la última!
Odiaría que la muerte vendara mis ojos y se mostrara
indulgente
y me diera la bienvenida cautelosamente.
¡No! Dejadme probarla en todo su sabor, como mis camaradas,
los antiguos héroes.
Soportar la arremetida y pagar todas mis culpas
en un minuto de dolor, tinieblas y frío.
Porque lo peor, de un momento a otro, para el valiente se
convierte en lo mejor,
cuando el minuto sombrío termina
y cuando la furia de los elementos y de las voces malignas
enloquecidas
se derrumba y se apaga,
cambiando, transfigurándose en paz brotada del dolor.
Y luego una luz y tu seno,
¡oh alma de mi alma! Te abrazaré de nuevo
y en Dios descansaré.



Tengo un nuevo escritorio que tengo que arreglar. Tiene una vista hermosa, urbana, que sirve de fondo a Homero, Browning, Cortázar, Sartre, todos quienes en estos precisos días también veo salir desde las sombras. Me deseo feliz escritorio nuevo, a pesar de todo. Veo el paisaje y brindo, a pesar de todo. Sin duda, a pesar de todo.

martes, 9 de junio de 2009

Voy por un largo corredor que por rarísima casualidad está desierto. Quizás por qué no hay nadie a esta hora, en la cual normalmente van y vienen decenas de personas. El largo corredor parece una pista para el despegue de pequeños aviones solitarios. Hacia la mitad, una máquina enceradora sin control gira y gira. La encargada se ha ido y por alguna sinrazón la ha abandonado, quizás por unos minutos. La máquina gira lentamente sin parar y es como si estuviese a punto de echar a correr por la pista.
Soy el único testigo de esta escena surrealista. La máquina gira y gira sobre su eje lentamente. De improviso me explotan las ganas de tomar la máquina y perseguir al primero que se aparezca. Perseguirlo hasta que se suba a un árbol o a una muralla. Perseguirlo como si uno tuviera un enjambre de libélulas saliéndole de las manos.
Pero algo me lo impide. Es martes, un martes igual a todos los martes. Y yo voy ataviado como martes, y pienso como martes, y no se me cruza ninguna idea delirante, como suele pasar los martes.
Así es que apenas sonrío, con cierta nostalgia, y me encierro en mi oficina.

miércoles, 3 de junio de 2009

San Francisco, 9 AM. Maratón "Bay to Breakers", desde las riberas de la Bahía de San Francisco hasta las playas del Pacífico, a unos cuantos kilómetros a través de la ciudad. Una verdadera "orgía", en el sentido de "Fiesta en honor a Dionisio o Baco", el dios de la fertilidad y la vida: es una carrera pero cuyo resultado da lo mismo. Lo que importa es el paseo, la celebración, sentir el viento en los oídos. Se puede ir como uno quiera pero lo apropiado es disfrazarse. Como se puede ver mas abajo, lo apropiado es difrazarse, de lo que venga...





Son cientos de miles, y no es exageración. Esta es una vista desde una pasarela. Miles de Bacos en dirección al Pacífico con el corazón al aire. Metido ahí en el medio uno se da cuenta de que no es alborozo ni desenfreno ni una liviana invitación a la alegría. Es una Báquica, una orgía, un rito social en el cual lo que se busca es la comunión con el universo y la existencia. No podría darse en otra parte que en San Francisco.



Me metí al medio por un par de cuadras. Yo iba de vestón y corbata y a nadie le importó. Por un momento fui discípulo de Dionisio. Fue justo y preciso para darle gracias al cosmos, al Camarada, al Altísimo, a la vida, a quien sea, por tanta cosa buena que pasa.
Como cierre, en el avión de vuelta me leí el "Canto a mi Mismo", de Whitman, y encontré un par de versos en los cuales Walt dice que tiene una cita fijada con el Gran Camarada a la cual por ningún motivo desearía faltar. Por supuesto, epígrafe. Y por añadidura, por supuesto, Baco. Por supuesto, San Francisco. Y por supuesto, gracias Gran Camarada por SF y Whitman y la Bay to Breakers.

jueves, 14 de mayo de 2009

De nuevo "Rien". Se repite. "Rien".
Aunque no. Malagradecido con la vida. El sábado, en el Radisson Acqua de Viña (grande...) bajé esto:


Un ópalo transparente
son tus ojos
un líquido luminoso
una miríada de iridiscentes colores
son tus ojos
los ángeles y los demonios
detenidos
son tus ojos


El Camarada se dejó caer un momento y dejó una estela. Sigue sonando en los oídos como caracola. Y sigue y sigue. Sus ojos.

lunes, 20 de abril de 2009

Me han comenzado de nuevo a dar vueltas los faunos. De pronto en la mañana, de sopetón me he encontrado con otra idea referente a ellos. Es esta: se trata de seres solitarios. Viven su vida en medio de manifestaciones de alegría y expansividad, pero a fin de cuentas no son seres para hacer la vida con ellos. Cuando caí en la cuenta de esto, recordé un inmenso fauno de Velazquez en los muros de El Prado, sonriendo pero con una especie de valiente desazón en el fondo de los ojos. Velazquez debe haber sabido de verdad de faunos. Adivinó que estos seres lujuriosos y exultantes, que saltan de fiesta en fiesta y de carnaval en carnaval y que a veces caen sobre la realidad haciendola saltar en pedazos que vuelan hacia el cielo, son, en verdad, grandes solitarios, que en el claro del bosque y a solas le silban a la luna con sus flautas hechas de huesos de carnero.

Estuve en el Prado hace un par de Domingos y no estaba el fauno de don Diego. Debe estar arrumbado en una de las bodegas del Museo Nacional de El Prado esperando alguna ceremonia en celebración de Baco (las "báquicas" u "orgías" del mundo antiguo). Me habría gustado verlo y guiñarle un ojo sin que nadie mas se diese cuenta. Me habría gustado pedirle que me invitase al claro del bosque a oír su magnífica y melancólica flauta con la cual hace languidecer a la hermosa y blanca luna. Me habría gustado que me hubiese convidado algunas gotas del vino con el que los faunos son felices. Pero quizás hubiese sido una impertinencia.

Sigo y seguiré mirando a estos seres hermosos que construyen la felicidad desde la tierna melancolía. Creo que mas de alguno se me ha cruzado en una de esas memorables báquicas y me ha hecho un guiño. En fin, no queda otra. A la salud de los faunos, un brindis por la blanca luna.




Museo D'Orsay, Paris. Un fauno-niño sonríe tal vez ante un espejo.

jueves, 16 de abril de 2009


Faunos bajo la escultura de Poseidón en la Piazza Vecchia de Florencia. Exultantes, briosos, anuncian la fertilidad y el goce a los cuatro vientos. Su desnudez denuncia sus costumbres relajadas de las que se desprende su caracter creador, como el de la"poiesis". He pasado largos años colectando figuras e imágenes de faunos por donde ande. Algún día voy a hacer algo con todo ese material. Me gusta la combinación de sensatez y locura, de perdición y creatividad que suponen. He visto faunos de toda laya, viejos, infantes, alucinados, sabios, y no me dejan de encantar. Estos faunos amigos de Poseidón, en la Piazza Vecchia, me han parecido un poquito relamidos, pero en fin, de todo ha de haber en la viña del Señor. Al lado de ellos pasé un rato inolvidable oyendo a un trovador que cantaba a Simon & Garfunkel mientras mi espíritu tomaba camino de las estrellas. Salud, compañeros faunos, hasta que nos volvamos a encontrar.

jueves, 9 de abril de 2009


Caminando por las calles de la vieja Florencia estaba este "Café de los Artesanos", que de por sí es un encanto. Pero el letrero a la entrada sencillamente me mató.




"A los señores clientes sentados en las proximidades del Café se les solicita respeto por la serenidad pública".

Ya me imagino que clase de clientes tiene el Café de los Artesanos en Florencia. Varios de mis conocidos harían clientela de lujo para semejante lugar. Por ejemplo el Guatón Valenzuela, o el Huaso Alcocer, o Juanito Gómez, los dos últimos ahora entre las estrellas. O el Pablo, o Chánchez, o... en fin, una larga lista de señoritingos que harían palidecer a Sileno, el jefe de los faunos.
Las callejuelas de Florencia son mágicas. De repente sale uno disparado hacia las estrellas. Hay que andar con ojo para no chocarse con el Huaso o con Juanito. El Huaso estaba hospitalizado antes de emprender el último vuelo y exigió que en un guatero la pasaran vino de contrabando. En Florencia podría uno encontrarse con él y no sería sorprendente. Quizás hasta casi sería natural. En fin. Florencia.

lunes, 23 de marzo de 2009

Rien. Luis XIV.

Me voy a Florencia el Domingo.

Hoy pude ver el sol anaranjado escondiendose en los cerros.

Soy una santa digo.

Martes.

jueves, 12 de marzo de 2009

De casualidad paso por la callejuela donde vive Igor. Paso a verlo y lo ecuentro leyendo tirado en el jergón. Raro, sábado hacia el anochecer.
- El Dorado. Estoy leyendo la vieja historia de El Dorado - dice.
Despacho lentamente un vaso de Eristoff. Es lo único que hay.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué qué?
- Por qué lees semejante pelotudez - digo.
Farfulla una explicación. Los españoles persiguieron por siglos una ciudad en la mítica América entera de oro. Paredes de oro, baños de oro, calles de oro. Varias expediciones enfebrecidas se perdieron en la selva persiguiendo la ciudad, y pocos fueron los que regresaron. El más famoso de los enfebrecidos fue Lope de Aguirre, la ira de Dios se hacía llamar, quien a punta de espada y horca hizo avanzar su expedición hasta que él y su hija fueron los últimos en caer atravesados por las flechas de los indios. El Dorado fue el norte y el sueño de varias generaciones de castellanos hidalgos y aguerridos que buscaban, mas que el oro de la ciudad, la visión de un lugar que resplandece inmensamente recortado contra el horizonte. De seguro iban codiciosos en las expediciones, pero eso es inevitable. Así son los homínidos.
- Todo el mundo tiene su El Dorado, Mahiakeff. Hasta los descreídos como tú
Otro vodka. Las cosas se empezaban a pudrir.
- Yo creo que encontré el mío - dice mirando el techo.
Casi me zampo la botella entera de una bocarada. Fue la única manera de tragarme semejante declaración. Tenía los ojos como si estuviesen dorados. mirando el techo. Es la primera vez que lo veo así.
- Oye Igor, hagamosla corta. ¿hay alguien?
Suspira y sonríe.
- Siempre tan prosaico Mahiakeff.
No creo que vuelva a verlo pronto, aunque pase por casualidad por la callejuela donde vive. Creo que por alguna razón no me la quiso soltar entera. Siempre he tenido la impresión de que, en el fondo, Igor es un buen tipo, y que alguna vez se le iba a cruzar una mujer de verdad y que ahí él se iba a despedir de este mundo. Le llegó la hora parece. En fin. Ojalá tenga suerte en el otro mundo. Los tipos así se la merecen.
El Dorado. Capaz existe. Existe cada cosa, los homínidos, los hidalgos, el Eristoff... ¿por qué no El Dorado?

domingo, 8 de marzo de 2009

Leo los Upanishads, parte de los textos sagrados de los hindúes. Quedo pegado con algunas visiones, de las que no me puedo desprender por días y días.
Los dioses le temían a la muerte. Para huir de ella, se refugiaron en las estrofas. "La muerte los vió allí. Como se ve un pez en el agua, así los vio en los versos, las melodías y las fórmulas de sacrificio".



La Muerte ha venido por los deva y los asura
Los ha mirado como se ve un pez en el agua
escondidos en los versos y las melodías.

Se ha detenido a observarlos
como hacen los niños
con las semillas de diente de león
que estallan al amanecer.

Después
ha hecho un giro en el viento
y sin dejar de sonreír
se ha perdido en el cielo.

jueves, 5 de marzo de 2009

El Silencio. Revista Mujer, La Tercera, 2007.

Las palabras son un puente. Entre el yo y el tú, las palabras hacen un tejido que a ratos puede tocar el ser. Cuando se habla más allá de la superficialidad, tan necesaria a veces, cuando se toca lo esencial, las palabras reúnen las almas y conjuran la soledad. Eso lo sabemos todos, es parte de nuestra experiencia. Pero a veces las palabras intoxican, provocan confusión. ¿Cómo saber cuándo hablar y cuándo hay que callar?

El silencio puede hacer hablar. Este presupuesto que parece tan obvio, a veces suele caer en el olvido. Pareciera que todo el mundo deseara expresarse, deseara hacerse presente, necesitara tejer puentes con las palabras. Y se olvida el silencio, que en cierto sentido puede ser una hermosa ofrenda para los demás. Y para uno mismo.

Cuando pasamos por momentos de confusión, de desorden interno, sea por lo que sea, intentamos acallar la ansiedad con palabras que nos decimos o con palabras sabias y consoladoras que buscamos en los demás. Muchas veces esto nos tranquiliza y nos hace sentir mejor. Sin embargo, una técnica que puede ser de gran utilidad es callar, dejar el espacio para que las cosas en nuestro interior se acomoden y armonicen, sin que el discurrir de las palabras entorpezca el proceso mental.

Con algunas personas el efecto del silencio es impresionante. Cuando las palabras interiores se empiezan a acallar, pueden notar con mayor exactitud qué es lo que realmente sienten, y de esta manera lo pueden conectar con recuerdos e impresiones significativas. La claridad es muchas veces mas bien hija del silencio que de la precisa organización de las palabras. Hay personas que necesitan de las palabras para alcanzar la armonía interior. Pero es necesario recordar que también hay otras que necesitan el silencio.

Estamos tan acostumbrados a hablar que olvidamos el valor del silencio. Algunos terapeutas utilizan la técnica de quedarse en silencio, esperando que el paciente hable sin censura y sin restricción. Al comienzo puede resultar incomodo, pero después las personas pueden asociar libremente sus ideas y sensaciones de modo que, con el tiempo, cuando cae la censura, dejan salir lo más profundo que hay dentro de sí y, mediante la ayuda del terapeuta, pueden encontrar una comprensión precisa de sus conflictos y aprensiones. Así, el silencio y la confianza abren una vía hacia lo profundo y permiten mirar el pasado y el presente con claridad.

Debiéramos preguntarnos qué tipo de personas somos. Cuánto valor tiene en nuestro espíritu el silencio. Cuánta necesidad podríamos tener de él. El silencio puede dejar florecer de manera natural sentimientos que necesitan tener un cauce distinto que el verbal. De hecho, los sentimientos mas sublimes tienen un carácter inefable, no se dejan capturar por las palabras. Si llenamos nuestro ser de palabrería, quizás no nos sea posible tomar el pulso de algunos sentimientos que hablen de nosotros mismos, y nos hablen a nosotros mismos mucho mejor que mil palabras. No hay que olvidar entonces que la magia de las palabras, la bella magia de las palabras, también nos puede intoxicar.

lunes, 26 de enero de 2009

Me pongo una cinta de cuero en la muñeca derecha como hago al comienzo del verano. Los días de ocio se acaban cuando algo me dice que ya es tiempo de quitarmela. Cuando ocurre eso es que mi espíritu ha vuelto a tensarse y resplandece alborozado buscando el centro de la liza, como hacían los jefes griegos en La Ilíada, que enfilaban una y otra vez su carro de combate hacia lo mas encarnizado de la batalla. Cada uno tiene su espíritu. El mío tiene esas costumbres, sospecho que incluso antes de aparecer sobre este mundo.
He guardado las cintas de cuero de varios veranos, pero eran tantas que el otro día las boté. No podía distinguir un verano de otro, así es que tampoco eran soporte para que fluyeran los recuerdos. Pensé en hacer una trenza con ellos, una trenza que sirviera para atar algún peplo o adornar las jarcias de alguna barca aventurera, pero después pensé que lo que tiene que acabarse tiene que acabarse, y punto. Así es que las eché a la basura.
Ayer me pasé horas en el agua conversando con el Paul acerca del libro que le van a publicar ahora luego. Es una serie de ensayos acerca de la identidad dice. Paul es hijo de inmigrantes y no tiene ahora otros parientes que su única hermana y mi familia (es mi cuñado). Nos enfrascamos en un análisis, basado en intuiciones y visiones mas que en razones y conocimiento, acerca de lo que llamamos "el lugar en el mundo", sea eso lo que sea. Rato después retomo mis notas acerca de "La Embriaguez", una delicada novela que ya veo va a demorar varios años en llegar a ser.
Al anochecer miro el cielo y cuento las estrellas. Me faltaron algunas. No sabía si eran estrellas o satélites, lo mismo que en la vida cotidiana. Mi espíritu se encuentra de vacaciones. Los carros de combate empiezan a acumular herrumbre. Allá lejos una ciudadana que se llama Musa empieza a desperezarse y sonreír. Y yo hago un brindis por las intuiciones y las visiones y por la embriaguez de estar parado, aún con infinita fragilidad, sobre este mundo.

viernes, 23 de enero de 2009

Pound: detalle sobre poesía y psiquiatría.

De seguro el viejo Ezra hubiese leído esta nota sonriendo. Así, sonriendo, era como acogía a quienes se le acercaban pidiéndole consejo, guía, iluminación, en el difícil y a veces árido camino de la poesía. Eliot y Ginsberg, entre otros, amaron sus exuberantes y alucinados Cantos, y tomaron sus consejos como palabras de maestro.
La historia personal de Ezra Pound está marcada por la controversia y la agitación. Establecido en la Italia de los 30, creyó ver en la figura del Duce una remembranza de los mecenas del Renacimiento. No tardó, por esa vía, en sentirse envuelto en la grandiosa estética de la época. Después, ya se sabe, su figura vociferante a través de las ondas de la Radio Roma atragantaba a los cancerberos. Estos lo enviaron a las jaulas del Disciplinary Training Centre, cerca de Pisa, en cuanto fue capturado y entregado a las fuerzas de USA por los partisanos en 1945. Al año siguiente fue declarado loco por una junta de psiquiatras y fue enviado a una larga internación de 12 años al St. Elizabeth’s Hospital en Washington. Allí continuó escribiendo y recibiendo las visitas de los poetas que lo admiraban. Estando internado, en 1949 se le otorgó el Premio Bollingen de poesía, lo que desató un sonado escándalo: el loco, el antipatriota, ensalzado y puesto en el Parnaso. Más aún, el premio entregado en honor a sus Cantos Pisanos… En 1958 su caso fue revisado y se le dio la libertad, o fue dado de alta, según como se mire el asunto, después de lo cual partió de nuevo a Italia, donde vivió hasta su muerte, en 1972.
El viejo Ezra fue sin duda un alucinado. Escribió su obra mayor, Los Cantos, en 117 secciones a través de casi cincuenta años. Con versos en diversos idiomas, incluyendo el chino y el griego clásico entre otros, Los Cantos son un gran poema épico cuyo objeto es la Historia, o sea, la dilatada y dramática epopeya de la especie humana. Cruzan por sus versos las más diversas figuras, mitológicas, políticas, anónimas, mezcladas en un huracán que jamás decae. El viejo Ezra fue un alucinado y Los Cantos por tanto no podían ser otra cosa que una poderosa alucinación acerca de lo que yace en el fondo del ser humano. ¿Lo habrá visto así?. Quizás si, quizás no. Lo que es seguro es que con esta nota hubiera sonreído.
Entresacamos algunos versos de Los Cantos y los transcribimos aquí para oírlos mas que para leerlos (se recomienda luz refulgente y voz asordinada). No podemos dejar de pensar que nos hubiese gustado escucharlos a través de las ondas de la Radio Roma, con la voz áspera y cascada del viejo Ezra, alucinado por la Historia, mientras mas allá del dial la junta de psiquiatras del St. Elizabeth´s Hospital toma notas y trata de entender.




I

Y entonces bajamos a la nave
enfilamos hacia los roqueríos, deslizándonos sobre el mar divino,
izamos el mástil y la vela sobre esta oscura nave
llevando ovejas a bordo, y también nuestros cuerpos
cargados de llanto, y los vientos desde popa
hinchando las velas, y empujando
de Circe la nave, la bien peinada diosa.
Nos sentamos luego, el viento agitando la caña del timón.
con las velas henchidas navegamos hasta el fin del día
el sol a su descanso, las sombras sobre el océano todo…


XXV


Promúlguese:
A Doña Sorantia Soranzo que vaya para
la fiesta de la Ascensión por la noche en una barca cubierta y
baje a la ripa del Palazzo, y cuando primero vea la
Sangre de Cristo que suba al Palacio y pueda
estar en el Palacio VIII días para visitar al Dogo su
padre sin dejar el palacio durante ese período, ni
descender las escaleras del palacio y que cuando las descienda
que vuelva por la noche a la barca de la misma manera
estando cubierta. Para ser revocado a voluntad del consejo.

aceptado por 5 del consejo.



XXVII


Y hubo aquel editor de música
que trajo la cabeza jibarizada de un indio
sin huesos, aceitada, desde Bolivia, y dijo:
“Si, estuve allí. No pude hacer clientela,
Mucho después de haber derretido las placas
llegó una orden, 200 copias, Perú
o de alguna estación en Chile”.
Me llevé a Floradora en láminas
y volví con una momia pelirroja
con un aire Clara d´Ellébeuse cantando “Stretti”.



XXXV

Así es que ésta es (podemos creerlo) Mitteleuropa:

El Señor Corles comandaba ametralladoras
pero cuando llegó el momento de hacer fuego
simplemente encendió un cigarro y se alejó
de su batería y se sentó en el campo,
algún subalterno dio la orden de disparar
El Sr. Corles no sufrió la pena extrema
porque su familia
era una buena familia burguesa en Viena
fue enviado a un manicomio…

jueves, 22 de enero de 2009


Los Lipizzanos son los caballos blancos entrenados para hacer maravillas de sincronía y arte frente al Emperador de los austro-húngaros. Por generaciones los soldados que hacen de palafreneros y jinetes los han hecho desfilar haciendo acrobacias y luciendo los gallardetes que se han ganado en estos afanes propios de una corte lujosa y necesitada de lucir sus grandeza. Los Lipizzanos vinieron de España, y se conoce a la legión de caballos y jinetes de Viena como la Escuela de Caballería Española de Viena.

La foto es del lugar donde hacen sus presentaciones. El suelo es de arena café, que no levanta polvo. Los espectadores se acomodan en aposentadurías a los costados. Al frente está el palco del emperador y sus amistades. Podrán observar que no se nota pobreza, podría decirse, y que sin duda es el lugar del mundo donde los caballos poseen mas glamour. La noche estaba fría, el invierno pega fuerte en Viena, pero creo que esa es una de las noches que más dificilmente olvidaré.

viernes, 16 de enero de 2009

"Vendrá la muerte y tendrá tus ojos..."

Cesare Pavese.

miércoles, 7 de enero de 2009

Informe sobre unos ojos.

Parado frente a los inmensos reflectores de tus ojos, a las inmensas y profundas lagunas que son tus ojos, comienzo a centellear. Los centelleos se reflejan hacia todos los rincones del universo y lo transforman en un lugar incandescente.

Entonces no queda otro recurso que convocar a los rayos de la luna y hacer con ellos una especie de capullo para poder sobrevivir. En la oscuridad del capullo escribo con letras pequeñas un reporte, que apenas termino empieza a centellear. Las fibras del capullo también comienzan finalmente a centellear y lo mejor termina siendo salir de allí y mirar fijamente las inmensas y profundas lagunas que encienden el universo y lo hacen incandescer. Si uno es riguroso, lo mejor es dejarse encender sin resistencia. Aunque, por pura costumbre, hago un pequeño movimiento antes de empezar definitivamente a centellear.

lunes, 5 de enero de 2009

Golpeo a la puerta, tres veces, como lo hacían los cabalistas para anunciarse entre ellos.
- ¿Si?
- Ehh... Mahiakeff.

Silencio.
Golpeo de nuevo.
- ¿Sí?
- Mahiakeff. Abre y déjate de pelotudeces.

Abre. El aspecto es espeluznante. El pelo lleno de greñas, bolsas gigantescas bajo los ojos, la piel cetrina. Hace tiempo que no se veía tan mal.

- ¿Qué quieres?
- Primero, saber cómo estás. Segundo, si te falta algo. Tercero... si puedo hacer algo más por tí.

Nadie sabe qué se vino a hacer. Tiene un cáncer de pulmón avanzado y lejos de posibilidad de cualquier terapia. Respira con dificultad. No tiene ni ha tenido trabajo desde que llegó, hace unos meses. Vive de la misericordia. Es imposible que haya estado peor en Moscú. Y se vino sin conocer a nadie.
Tose.

- Queda poco.
- Parece - digo. Por decir algo.

Cuando me voy, musita:

- Oye Mahiakeff...
- ¿Sí?

Piensa unos segundos.

- Cierra bien la puerta al salir.

Cierro bien la puerta la salir. En la calle aspiro una bocanada de aire. Uno no se da cuenta de todo lo que tiene. Aire, por ejemplo. Enfilo hacia el "Ajedrez", por vodka. Eso también: vodka. La madrecita Rusia, lejana y omnipresente.
Aire, vodka, la madrecita... Mucho.

viernes, 2 de enero de 2009




VII. Flora.



Gossypium hirsutum

passiflora caerulea

vanda caerulea


Costus spiralis

basella rubra

allamanda cathartica

vanillia planifolia

sechium edule


Ruizia cordata

mimosa pudica

jacaranda mimosifolia

manihot esculenta

hibiscus sabdariffa

arachis hypogea

euphorbia pulcherima

dieffenbachia maculata


Cuantas horas frente al escritorio

Camarada

gotas de sudor en la frente

gotas de agua ambarina corriendo por los sulcus de tu ebúrnea superficie

la nave de los locos abandonada a su suerte en los ríos de Europa

es una sencilla anécdota

al lado de la hercúlea tarea

de diseñar

cada una de estas memorables formas

hechas concienzudamente

para la fugacidad.