lunes, 30 de julio de 2007


Abro el correo a primera hora de la mañana. Dos bellos amigos me han enviado sendos poemas, uno de Hafiz, persa, antiquísimo, y otro, "Casandra", de Gabriela Mistral. Levantan una mañana que requiere de salir de sí, perderse en el mundo, como sea. Los dos poemas son hermosos, nubes que coronan la cima de alguna montaña.

Entro a tambor batiente en la vorágine de las palabras, como quien huye de un mal sueño. Las palabras arrullan, cantan, vuelven el mundo a su lugar. Oigo aquellas palabras que he recogido en el último tiempo, oigo su melodía y el mundo que traen a la mano. "Arúspice", "peplo", "hieródula", cada una con su canción. Incluso palabras de otra lengua: "hotaru", la palabra japonesa para decir luciérnaga.

Después, el día. Por suerte, como no, viene cargado. Mañana también. Y pasado. Las palabras se cuelan por las rendijas de los agitados días, marcas de la eternidad en lo cotidiano. Me gustaría saber orar: creo que es un buen momento. Caer en éxtasis. Clamar al cielo.

Pero los días son agitados y la marea de la existencia tiene una rompiente agitada. En fin. Casandra. Hafiz. Algo se avizora, en todo caso: estoy convidado el miércoles en la noche a la declamación de los poemas de un poeta griego contemporáneo, primero en griego, luego en español. Ojalá encuentre ahí alguna nueva palabra, para la cima de otra montaña. Hace falta.







Por cierto, encontré esto, el canto 19 de "Hespérides":



Mas Allá De Tus Ojos.



Cuando todo haya pasado
y nos encontremos de nuevo
frente a un fogón encendido
convertidos ambos en ceniza
y ni huesos blanqueados queden
y ni sombras hayan en los ojos
y no pueda tocarte ni mirarte
aún allí serás mi silencio.

viernes, 27 de julio de 2007

Pound: detalle sobre poesía y psiquiatría.


De seguro el viejo Ezra hubiese leído esta nota sonriendo. Así, sonriendo, era como acogía a quienes se le acercaban pidiéndole consejo, guía, iluminación, en el difícil y a veces árido camino de la poesía. Eliot y Ginsberg, entre otros, amaron sus exuberantes y alucinados Cantos, y tomaron sus consejos como palabras de maestro.
La historia personal de Ezra Pound está marcada por la controversia y la agitación. Establecido en la Italia de los 30, creyó ver en la figura del Duce una remembranza de los mecenas del Renacimiento. No tardó, por esa vía, en sentirse envuelto en la grandiosa estética de la época. Después, ya se sabe, su figura vociferante a través de las ondas de la Radio Roma atragantaba a los cancerberos. Estos lo enviaron a las jaulas del Disciplinary Training Centre, cerca de Pisa, en cuanto fue capturado y entregado a las fuerzas de USA por los partisanos en 1945. Al año siguiente fue declarado loco por una junta de psiquiatras y fue enviado a una larga internación de 12 años al St. Elizabeth’s Hospital en Washington. Allí continuó escribiendo y recibiendo las visitas de los poetas que lo admiraban. Estando internado, en 1949 se le otorgó el Premio Bollingen de poesía, lo que desató un sonado escándalo: el loco, el antipatriota, ensalzado y puesto en el Parnaso. Más aún, el premio entregado en honor a sus Cantos Pisanos… En 1958 su caso fue revisado y se le dio la libertad, o fue dado de alta, según como se mire el asunto, después de lo cual partió de nuevo a Italia, donde vivió hasta su muerte, en 1972.
El viejo Ezra fue sin duda un alucinado. Escribió su obra mayor, Los Cantos, en 117 secciones a través de casi cincuenta años. Con versos en diversos idiomas, incluyendo el chino y el griego clásico entre otros, Los Cantos son un gran poema épico cuyo objeto es la Historia, o sea, la dilatada y dramática epopeya de la especie humana. Cruzan por sus versos las más diversas figuras, mitológicas, políticas, anónimas, mezcladas en un huracán que jamás decae. El viejo Ezra fue un alucinado y Los Cantos por tanto no podían ser otra cosa que una poderosa alucinación acerca de lo que yace en el fondo del ser humano. ¿Lo habrá visto así?. Quizás si, quizás no. Lo que es seguro es que con esta nota hubiera sonreído.
Entresacamos algunos versos de Los Cantos y los transcribimos aquí para oírlos mas que para leerlos (se recomienda luz refulgente y voz asordinada). No podemos dejar de pensar que nos hubiese gustado escucharlos a través de las ondas de la Radio Roma, con la voz áspera y cascada del viejo Ezra, alucinado por la Historia, mientras mas allá del dial la junta de psiquiatras del St. Elizabeth´s Hospital toma notas y trata de entender.




I

Y entonces bajamos a la nave
enfilamos hacia los roqueríos, deslizándonos sobre el mar divino,
izamos el mástil y la vela sobre esta oscura nave
llevando ovejas a bordo, y también nuestros cuerpos
cargados de llanto, y los vientos desde popa
hinchando las velas, y empujando
de Circe la nave, la bien peinada diosa.
Nos sentamos luego, el viento agitando la caña del timón.
con las velas henchidas navegamos hasta el fin del día
el sol a su descanso, las sombras sobre el océano todo…


XXV


Promúlguese:
A Doña Sorantia Soranzo que vaya para
la fiesta de la Ascensión por la noche en una barca cubierta y
baje a la ripa del Palazzo, y cuando primero vea la
Sangre de Cristo que suba al Palacio y pueda
estar en el Palacio VIII días para visitar al Dogo su
padre sin dejar el palacio durante ese período, ni
descender las escaleras del palacio y que cuando las descienda
que vuelva por la noche a la barca de la misma manera
estando cubierta. Para ser revocado a voluntad del consejo.

aceptado por 5 del consejo.



XXVII


Y hubo aquel editor de música
que trajo la cabeza jibarizada de un indio
sin huesos, aceitada, desde Bolivia, y dijo:
“Si, estuve allí. No pude hacer clientela,
Mucho después de haber derretido las placas
llegó una orden, 200 copias, Perú
o de alguna estación en Chile”.
Me llevé a Floradora en láminas
y volví con una momia pelirroja
con un aire Clara d´Ellébeuse cantando “Stretti”.



XXXV

Así es que ésta es (podemos creerlo) Mitteleuropa:

El Señor Corles comandaba ametralladoras
pero cuando llegó el momento de hacer fuego
simplemente encendió un cigarro y se alejó
de su batería y se sentó en el campo,
algún subalterno dio la orden de disparar
El Sr. Corles no sufrió la pena extrema
porque su familia
era una buena familia burguesa en Viena
fue enviado a un manicomio…

martes, 24 de julio de 2007

14/11/06

Una blanca paloma cruza el desierto. Una blanca y grácil paloma vuela con determinación sobre las ardientes arenas del desierto. Levanta y deja caer las alas mientras las arenas pasan tragadas por la distancia. Vuela sin descanso hacia el horizonte.
Vuela hacia las blancas palomas que cruzaron la línea del horizonte y desaparecieron para siempre. Batiendo las alas desea cruzar los horizontes y las arenas y formar en la gigantesca línea de palomas que vuelan en los cielos eternos. Vuela con determinación infinita hacia la línea de palomas formadas en los cielos eternos.
Las arenas planean bajo la paloma que batiendo las alas surca el cielo hacia un horizonte que vuela dirigiéndose hacia la desaparición.
Fragmento de "Todas las que te amaron han muerto", en evolución.

domingo, 22 de julio de 2007

Nov 99



Si
ven tranquilamente
La puerta frente al horizonte permanecerá entreabierta
por si al pasar
deseas tomar té.

Tan solo un discreto consejo:
al volar sobre los árboles
cúidate de los ramajes.







jueves, 19 de julio de 2007

El post anterior es parte de "Las Montañas y La Muerte", un libro que terminé tiempo atrás. Se refiere a una mujer que entra y sale de la muerte eternamente. Es un homenaje a la Mónica, una bellísima mujer de Los Andes muerta por un melanoma hace unos años, madre de un entrañable amigo. Su recuerdo entra y sale de la muerte, y por supuesto, es ella a fin de cuentas quien entra y sale de la muerte.
Se separó de Luis, su marido, expertísimo piloto fumigador y profesor de pilotaje. Cada uno rehizo su vida amorosa y nunca mas se hablaron. Ella se fue a vivir a Campos de Ahumada, un lugar en la altura de los cerros desde el cual se domina el valle del Aconcagua. En las noches se ve el cielo negro y estrellado y las luces de las ciudades como si fuesen un solo cielo. Fuera de su casa pasaba un estero bramando suavemente cuesta abajo.
Después de un tiempo, Luis comenzó a pasar en su avión por sobre la casa en Campos de Ahumada. Pasaba lentamente, circulaba como un halcón amoroso, hacía ronronear el avión. Cada día. Por años no se hablaron y él pasaba día a día por el cielo de Campos de Ahumada haciendo ronronear el avión. Ella miraba el cielo y sonreía. Eso sucedió hasta que ella murió.
Ahora él ya no tiene recuerdos. Mira el cielo casi sin expresión. El neurólogo dice que es una especie de lenta demenciación. Yo no sé. A veces creo que lo único que recuerda es su avión, Campos de Ahumada y la imágen de una mujer que entra y sale de la muerte.

lunes, 16 de julio de 2007

XII. Testamento:




“Solo uno me amó de veras.
Pasaba todos los días
sin hablarme
planeaba en su avioneta sobre el campo
hacía un solitario loop
meticulosamente
con el objeto de hacerme sentir que no estaba sola
que no estaría nunca sola
a pesar de todo.
A Él
tan solo a Él
le dejo mi recuerdo”.


Hay unos labios estampados sobre el papel.

sábado, 14 de julio de 2007

De pronto aparecen. Son pequeños y contrahechos. Vienen agazapados no por intentar pasar inadvertidos sino por el peso de su propia degradación. Lentamente, como una manada de hienas que cierra el cerco, se acercan en el crepúsculo.

Han venido otras veces, siempre del mismo modo, en medio de la oscuridad, intentando pasar inadvertidos, agazapados como las hienas, con los ojos cargados de odio. Vienen desde el pasado, desde la historia y desde los desgarramientos. Dejan una estela de bilis a su paso y hieden de manera infernal. Tienen colmillos blancos y sucios que dejan entrever cuando gruñen. Gruñen sordamente. Sus movimientos son lentos y pesados. Su piel es oscura y llena de cicatrices y escaras. Las manos son desgarbadas, garras listas para atenazar el cuello y apretar hasta la asfixia. No tienen nada que les haga destellar. Son motas de oscuridad que intentan manchar la luz.


Dispongo que se cierren las puertas, que la gente vaya sobriamente a sus habitaciones, que la guardia tome orden de batalla sobre los almenares, que se icen las banderas. Aguantar hasta que llegue el día, esa es la consigna. Ahí huyen y la caballería los persigue con saña hasta sus madrigueras.

Una vez que está todo en orden, subo hasta la torre mas alta y pido que me sirvan té.



París. Bajo el Arco de Triunfo, el Homenaje al Soldado Desconocido.





lunes, 9 de julio de 2007

Este es uno de los cortos capítulos de "La Embriaguez", la novelita que va creciendo lentamente. Es de por ahí por Diciembre 2006.





V.-

Ana ha amanecido acongojada, en un estado anímico en el cual se mezclan una vaga desesperanza y una ligera sensación de vacío. Le ocurre cada cierto tiempo, sin ritmo alguno y sin que ella pueda aclararse los posibles orígenes de tales sentimientos. En otros períodos Ana ha ocupado ese temple para pasear a solas por lugares que le traen gratos recuerdos. De ese modo, los recuerdos adquieren un tono nostálgico que a Ana le agrada y con el cual juega. Una vez escuchó una palabra que le pareció que de alguna manera podía conectarse con ese temple, la palabra “saudade”, del portugués brasileño, que se refiere a la melancolía de los recuerdos dulces. Ana tiñe con la dulce melancolía algunos recuerdos muy particulares y de ese modo colorea su memoria como el pintor colorea el cuadro. Ana tiene una aguda certidumbre respecto de que el tono de los recuerdos es, a fin de cuentas, el tono de la identidad personal. Con éste método Ana decide libremente el tono de su identidad y por tanto el tono de su existencia.
Darío se ha sorprendido con este procedimiento. En primer lugar, le ha preguntado a Ana por qué ha escogido el tono de “saudade” para algunos de sus recuerdos, y qué recuerdos escoge para teñirlos con ese exquisito sentimiento. Se le ocurre preguntar, pero no lo hace, qué color toman los recuerdos que no son repasados en los días de congoja por Ana, y también si hay otros momentos con otros temples en los cuales otros recuerdos son coloreados, o cuántos recuerdos quedan librados exclusivamente al capricho del azar para su tinción. Pero le parece que tales preguntas debieran callarse, por un asunto a medias de unción y a medias de pudor.
Sin embargo, Ana está distinta. Ahora no le interesa teñir de “saudade” algunos recuerdos en los días de la congoja cuyo origen es indeterminado. Por alguna razón que desconoce, ahora necesita que Darío se sienta entre esos recuerdos como en el ojo de un huracán. Desea que Darío sienta flamear esos recuerdos al lado de sus oídos con el sonido de gualdrapas y pendones batidos por el turbulento viento sur que azota los archipiélagos de la Tierra del Fuego. Siente la necesidad de que Darío experimente una cierta angustia con el batir huracanado de esos recuerdos. Solo así siente que puede expurgar ciertos fantasmas agazapados en esos recuerdos, ciertos temores antiguos instalados allí quizás antes de que apareciese en ella la conciencia.








Atrás, Brooklyn Bridge, Manhattan, La Gran Gran Gran Manzana.



martes, 3 de julio de 2007

Cardenal.

Este es otro de mis socios, Ernesto Cardenal. Tengo un libro autografiado por él. Un tipazo.


VI HACE MUCHOS AÑOS.

Vi hace muchos años desde un bus en Virginia o Alabama
una muchacha rosada, con pantalones azules
subida a una escalera, cortando manzanas
(la madre llamando desde adentro)
y otra muchacha, la hermana, pantalones azules
pintando de blanco el porche de la casa
- Y miraron hacia el bus que pasaba y aceleraba.
El tiempo ha pasado como el bus de la Greyhound
pero quedaron, a pesar de los años, la pintura
fresca en el porche
la brocha chorreando
la mano en la manzana, las miradas
hace años, una mañana, Virginia o Alabama
el estado está olvidado.



Es sacerdote.







lunes, 2 de julio de 2007

Feriado. De mañana frente al computador. Café, uvas, el verde césped que refulge al sol, y la lista de reproducción:

1.- Pachelbel: Cánon.
2.- Pink Floyd: The great gig in the sky.
3.- Neil Young: Hey hey, My My.
4.- Regina Spektor: Samson.
5.- Carole King: Tapestry.

Se me van los ojos por el cielo. Se me van los sueños. Basta un momento de detención para que algo parta en dirección al cielo.



Carmesí

Un día de estos en que la vida es hermosa,
es carmesí, está colmada de colores,
en que los peces se dirigen río arriba,
en que los pájaros aletean y se queman en lo alto,
un día en que uno podría remar sin cansarse el Llanquihue entero,
en que podría comer y vomitar, comer y vomitar y luego estar jubiloso,
uno de esos días en que los testículos amenazan con reventar y chorrean energía hacia todas las extremidades
de esos en que el espejo sonríe y los ojos se encuentran brillosos,
esos que se olvidan rápido porque se sabe que van a volver,
en uno de esos días
voy a salir volando por la ventana,
voy a tomar en dirección al sol, planeando entre los asteroides,
para luego seguir subiendo, o bajando, o lo que sea
hasta que pueda alcanzar la mano del Altísimo,
y entonces saludarlo
y decirle
que de todos sus delirios,
de todas las grandes cosas que hizo en el Universo,
de todas las mas absolutamente importantes y de todas las mas absolutamente nimias,
las que mas me gustan
son, sin duda, estos días
en que la vida es hermosa,
es carmesí,
y está colmada de colores.





La hermosísima flor del Loto.