lunes, 5 de octubre de 2015


Jean-Luis Lemoyne, molde para una compañera de Diana. Museo Nacional de Washington.

El calor me hace dormir muy mal. Me ducho antes de acostarme con agua heladísima, duermo sin cobertores, dejo la ventana abierta... no hay caso. Anoche desperté como a las 2 y me dormé como a las 6.
Pero todo tiene su lado opuesto. Anoche, salida de entre una masa de imágenes descargadas de la memoria, recordé esta resplandeciente escultura. Es de una compañera de Diana, quien está juntando a su corte antes de salir de cacería. Sus compañeras han de ser dóciles y sonrientes para que se encuentre placer en su compañía. Esta es un poco seria y parece perder su mirada en lontananza, como si tratase de capturar a la melancolía. Quizás sea la que dice frases profundas antes de que los cazadores, tipos fuertes y nada de delicados, se zambullan en las cráteras tratando de zamparse el vino incluso hasta por las orejas.
Hice el ensayo de recordar cada uno de sus detalles. El logradísimo pedestal, cargado de hasta casi la fanfarronería. Los pliegues de la piel. La espejeante luminosidad del mármol.

1 comentario:

Miguel Barrios Payares dijo...

Hasta las noches de calor tienen sus cosas buenas. Buen día.