martes, 10 de julio de 2012

Me da la mano. 
- Hola - digo. 
- Hola - dice.
Después de un rato de silencio mirando los edificios, me pregunta:
- ¿Es verdad que deseas quedarte con el animal?
- Sí -digo secamente.
- Mhh - dice. Y se queda pensando.
Luego de otro rato, me dice:
- Creo que podrás cuidarlo bien.
- Eso espero - digo. El perro me olisquea las piernas con curiosidad.
- Creo que debo decirte algo - dice.
- ¿Qué será? - pregunto.
- Este perro se mete en los sueños - dice.
Lo miro de reojo con cuidado. Parece un tipo sensato. Pero quien sabe.
- Me ha pasado lo mismo con otros animales - digo.
Se ríe.
- A mí también - dice.
Me pasa la correa del perro, le acaricia rudamente la cabeza y luego se vuelve a mirarme.
- Cúidalo - dice.
- Seguro - digo.
Cuando va algo lejos, se vuelve y se despide con un ademán alegre. El perro lo mira con atención pero no hace amago de seguirlo. Cuando yo echo a andar, mansamente camina a mi lado.
Es cierto. Tiene el aspecto de esos perros que se meten en los sueños.