martes, 14 de diciembre de 2010


Este ciudadano me quedó mirando con cara de pocos amigos, pero era nada más que la cara. Los ojos, reposados y somnolientos, parecían estar en otro mundo. Olvidé su nombre pero debe haberse llamado algo así como "Ramashandran" o "Cubito" o una mezcla de ambas cosas. Se le caía la pelvis como si estuviese ensoñado y despreocupado de este mundo, y como si su única ocupación fuese mirar a los ojos preguntando algo que ni siquiera tenía claro.
Le saludé con cierta pompa. No todos los días se le aparece a uno alguien así. De seguro, dificilmente llegará a ser uno de esos terribles perros que ponen en aprietos a sus dueños y a la legislación. "Ramashandran - Cubito" pasará la vida semi-arrastrando la pelvis y despreocupándose de toda otra cosa que no sea mirar a los ojos a los paseantes. Dichoso él y dichosos quienes le conozcan. Quizás sea una equivocada reencarnación de Ghandi o una vida karmática de algún jefe de campo de concentración. Como sea, "Ramashandran - Cubito" no movió ni siquiera una ceja ante mi pomposo saludo. Después de un rato, arrastró la pelvis hacia otro viandante y yo desaparecí para siempre de su vida, como tantas otras veces.
Me pasé largo rato mirando pájaros a través de la ventana. Nietzche decía que el sol no tendría una verdadera existencia si no hubiese estado él, Zaratustra, para observarlo. Los pájaros no deben haber tenido ni la mas mínima idea de tal cosa. Ni este magnífico ciudadano. Le deseo suerte y al levantarme le sacudo la cabeza suavemente. Quizás haya sonreído. Yo también.

2 comentarios:

fidelio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
luciérnaga dijo...

¡Lindo cubito!
Yo creo que quedó impertérrito, adivinando la grandeza de alma
del fotógrafo.

Hotaru.