domingo, 19 de septiembre de 2010


Tiene 6500 kms. de largo. Corre por encima de los cerros, por sus picos mas elevados en toda su longitud. Asombra el formidable esfuerzo que debe haberse desplegado y estremece el sufrimiento que se puede adivinar para llevar a cabo su construcción. El Emperador Qin, el primero de la dinastía Qin (Chin se pronuncia) fué quien unificó por primera vez a China. China se llama así, dicen, por el nombre de este Emperador poderoso e ilustre. Una de sus primeras determinaciones fue mandar que se unieran todas las murallas edificadas en China para la protección de los feudos y ciudades, y así nació la Gran Muralla.
La foto es del 4 de septiembre pasado y está tomada con un celular Samsung de 3 megapixeles de resolución. Observese el camino de la muralla: por encima de los picachos de los montes.


Pasa llena de gente. El señor semi calvo que mira la longitud de la muralla era un anciano chino de mirada mansa, con quien cruzamos unas divertidas palabras que nos hicieron sonreír con gusto a pesar de no entendernos para nada. A esa hora yo traspiraba litros mientras riadas de gente pasaban y pasaban, la gran mayoría chinos, con la apariencia de un kindergarten que va de paseo. Después vi el Nido de Pájaros, el ultra estético estadio olímpico, con tecnología y concepción del siglo XXII, y me dí cuenta de que China, el país unificado por el ilustre Qin, tiene un poderoso sentido en sí, que resplandece a través de los siglos, dentro del cual pasado y futuro son una sola cosa, sin que parezca haber discontinuidades de clase alguna entre ellos.
Volví hace una par de semanas. Estoy leyendo "Aventuras y desventuras de un pícaro chino", de Xu Ying. China provoca respeto y pasión, y quizás una de sus mejores viñetas sea ésta, de la Gran Muralla, impertérrita y sempiterna a través de los siglos, como Qin.