viernes, 31 de diciembre de 2010

Último día del agotador y brillante 2010. ¿Cómo anduvimos por casa? Seguro que de todo, dulce y agraz, cielos e infiernos, ángeles demoníacos y demonios angelicales, riadas de pequeños detalles y gotas de historia, todo en una mezcla cuyo sabor se podría reconocer apenas.
¿Qué diría Igor? Quizás nada. Estaría embriagado desde hace horas musitando a ratos palabras ininteligibles acerca de la madrecita Rusia. ¿Y mi amigo Mahiakeff? Miraría el cielo que nadie mira y se echaría a andar entre la gente tratando de entender algo. ¿Cubito? Echado sobre las patas traseras ni se enteraría de nada, y tampoco le importaría.
Me echaré un par de tragos encima a ver qué hay. Las personas alrededor son como una garúa que difumina la realidad. El Fernando me decía ayer que tanta cosa no deja vivir, que el mundo verdadero era el de Platón. Deberíamos haber discutido eso algo embgriagados para que el análisis hubiese adquirido cuerpo. La gente perdida busca consejo y guía en vez de buscar dentro de sí. Viniendo al hospital escucho el "Cánon" de Pachelbel y recuerdo la primera vez que lo oí, en las escalinatas de un museo, una orquesta de cámara en el descanso, con amigos que deseaban y dejaban estar solos para encontrarse con Platón. Un rato antes había descubierto ahí, semi escondido, un pequeño cuadro de Blake, que indagó acerca del cielo y el infierno que hay en al fondo de cada ser humano.
Último día de un año brillante y cansador. En Chile hubo un terremoto que mostró que somos porfiados y nos volvemos a levantar, un desastre minero que mostró que nos arreglamos de algún modo, un desastre futbolero que de todos modos apenas mella nuestra esperanza de ser campeones alguna vez. Chilenos. Como la borra del café, siempre quedamos.
Ojalá el 2011 se porte mejor con nosotros y nos deje tranquilos. Para poder crecer.

martes, 14 de diciembre de 2010


Este ciudadano me quedó mirando con cara de pocos amigos, pero era nada más que la cara. Los ojos, reposados y somnolientos, parecían estar en otro mundo. Olvidé su nombre pero debe haberse llamado algo así como "Ramashandran" o "Cubito" o una mezcla de ambas cosas. Se le caía la pelvis como si estuviese ensoñado y despreocupado de este mundo, y como si su única ocupación fuese mirar a los ojos preguntando algo que ni siquiera tenía claro.
Le saludé con cierta pompa. No todos los días se le aparece a uno alguien así. De seguro, dificilmente llegará a ser uno de esos terribles perros que ponen en aprietos a sus dueños y a la legislación. "Ramashandran - Cubito" pasará la vida semi-arrastrando la pelvis y despreocupándose de toda otra cosa que no sea mirar a los ojos a los paseantes. Dichoso él y dichosos quienes le conozcan. Quizás sea una equivocada reencarnación de Ghandi o una vida karmática de algún jefe de campo de concentración. Como sea, "Ramashandran - Cubito" no movió ni siquiera una ceja ante mi pomposo saludo. Después de un rato, arrastró la pelvis hacia otro viandante y yo desaparecí para siempre de su vida, como tantas otras veces.
Me pasé largo rato mirando pájaros a través de la ventana. Nietzche decía que el sol no tendría una verdadera existencia si no hubiese estado él, Zaratustra, para observarlo. Los pájaros no deben haber tenido ni la mas mínima idea de tal cosa. Ni este magnífico ciudadano. Le deseo suerte y al levantarme le sacudo la cabeza suavemente. Quizás haya sonreído. Yo también.

domingo, 21 de noviembre de 2010


En el Museo de Estambul está esta cabeza de Zeus, que proviene de la magnífica Troya, Ilión, la ciudad de Ilio arrasada por los griegos. Homero cantó que la guerra de Troya fue causada por el robo de una mujer, Helena de Esparta, esposa de Menelao, pero en realidad Troya estaba creciendo mucho en esplendor y era la ciudad cúlmine del Asia, magnánima y alta como ninguna polis griega, y esa fue la verdadera razón por la cual los griegos decidieron destruírla. Asi y todo, sus altas torres y murallas resistieron por diez años el asedio de los ejércitos de Agamenón, que eran los ejércitos de Europa. La guerra de Troya fue la guerra entre la Europa bárbara e impía, vanidosa y cruel, y el Asia refinada y respetuosa de la consciencia luminosa del hombre.
Por supuesto esta es una versión antojadiza. No sé si algún estudioso la sostiene pero es la idea que me he venido haciendo a fuerza de darle vueltas al asunto. La sostenía como una idea frágil y delicada, no demasiado convincente, hasta que ví el Museo de Estambul. Tiene una sección troyana. Troya queda en territorio turco, estaba situada a la salida del Estrecho del Bósforo, en una posición muy ventajosa para el comercio pues allí confluyen los mares de Europa y Asia. No pude ir a Troya pero algún día lo haré. La sección troyana tiene entre otras muchas cosas esculturas como ésta, de Zeus, hecha necesariamente por hombres cultos y fuertes, poderosos y sensibles. No he visto entre las muchas esculturas griegas de la época nada que tenga este aire tan profundamente digno y fuerte, lo que me ha hecho pensar que la lucha entre un mundo bárbaro y uno refinado ya tuvo lugar mucho tiempo atrás.
No sé cuánto habrá cambiado el espíritu de Europa y el de Asia en estos milenios. Me da la impresión que, en el fondo de los fondos, no tanto. Esta cabeza de Zeus, hecha por hombres fuertes y sensibles me asentó la idea, que ya no es frágil, de una guerra entre dos mundos contrapuestos en relación al valor que asignaban a la luz de la consciencia, uno impositivo y fundado en la ley de la sujeción, y otro magnífico y magnánimo, como Príamo, el rey de la última Troya, flor de Asia, que se hundió luchando y mirando el cielo.
No deja Homero de traslucir esto. En la última rapsodia de La Ilíada, el cruel e impío Aquiles, el de los pies ligeros, mata a Héctor, domador de caballos, el noble héroe de Troya. Con el Héctor que muere a manos de un muchacho dotado y caprichoso muere por siglos el hombre que cree en el hombre, dejando al ser humano en manos de su propia bestia.
El que vaya a Estambul no deje de ver esta cabeza de Zeus. De seguro le pasará lo que a mí, que no la olvidará jamás. Es Domingo, miro el cielo, veo las escasas nubes arremolinadas en la cumbre de un cerro. Por la tarde visitaré a mis viejos en su casa, quienes me enseñaron sonriendo que a pesar de Aquiles, siempre habrá una historia de Héctor. Por suerte siempre existe gente así.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Blogs abandonados. Paseo por beneméritos blogs y la gran mayoría, como éste, padecen el abandono. Leo textos de hace tiempo de almas en pena, alborozadas, sorprendidas, glamorosas, etc., distintas almas en distintos momentos, que ahora andan por otros lares. El campo de los blog es un campo amplio y yermo en el cual apenas florecen ahora unas pocas flores que, en todo caso, se yerguen gallardas y dignas, como un roquerío en el desierto, recortado contra el horizonte infinito.
De todos modos, algo tiene de grato la situación. No hay lector, no hay campanario, pájaro, sombra, sotavento, alcurnia, cimitarra, nada, el blog ancho y ajeno muriéndose por los cuatro costados, bebiendo como en el último día de la tierra, riendo a mandíbula batiente, con la mano en la carabina para cuando empiecen definitivamente a entrar las sombras o la nada o el logos primigenio o lo que sea. Todos en su lugar, cada uno con su tonel de buen ron o vino o cualquier licor espirituoso para irse definitivamente con bombos y platillos arrasando lo que se pueda en la pasada.
Buen lugar para estar, cuando se está despoblando el mundo. Quedan solo los que siempre debieron estar. El resto, al féisbuk, tuíter, despedidos de este mundo que se hunde con gallardía, optimismo y un sentido de haber significado algo que no lo va hacer desaparecer nada, ni el logos entrando a raudales cual tsunami enloquecido.
Buen lugar: el de los que tienen una bandera lejana, que flamea en el viento, imposible de comprar en el mall.



Alguna vez vi este pájaro solo en una duna, agonizando y gallardo. Creo que se llamaba pájaro blog.



domingo, 19 de septiembre de 2010


Tiene 6500 kms. de largo. Corre por encima de los cerros, por sus picos mas elevados en toda su longitud. Asombra el formidable esfuerzo que debe haberse desplegado y estremece el sufrimiento que se puede adivinar para llevar a cabo su construcción. El Emperador Qin, el primero de la dinastía Qin (Chin se pronuncia) fué quien unificó por primera vez a China. China se llama así, dicen, por el nombre de este Emperador poderoso e ilustre. Una de sus primeras determinaciones fue mandar que se unieran todas las murallas edificadas en China para la protección de los feudos y ciudades, y así nació la Gran Muralla.
La foto es del 4 de septiembre pasado y está tomada con un celular Samsung de 3 megapixeles de resolución. Observese el camino de la muralla: por encima de los picachos de los montes.


Pasa llena de gente. El señor semi calvo que mira la longitud de la muralla era un anciano chino de mirada mansa, con quien cruzamos unas divertidas palabras que nos hicieron sonreír con gusto a pesar de no entendernos para nada. A esa hora yo traspiraba litros mientras riadas de gente pasaban y pasaban, la gran mayoría chinos, con la apariencia de un kindergarten que va de paseo. Después vi el Nido de Pájaros, el ultra estético estadio olímpico, con tecnología y concepción del siglo XXII, y me dí cuenta de que China, el país unificado por el ilustre Qin, tiene un poderoso sentido en sí, que resplandece a través de los siglos, dentro del cual pasado y futuro son una sola cosa, sin que parezca haber discontinuidades de clase alguna entre ellos.
Volví hace una par de semanas. Estoy leyendo "Aventuras y desventuras de un pícaro chino", de Xu Ying. China provoca respeto y pasión, y quizás una de sus mejores viñetas sea ésta, de la Gran Muralla, impertérrita y sempiterna a través de los siglos, como Qin.

miércoles, 30 de junio de 2010

"De pronto y como al pasar dices "Si, fui yo quien abrió la puerta" y acto seguido ocurre que las cosas se sacuden y adquieren un orden más natural y mas profundamente sincrónico con el verdadero mundo. Yo hasta ese momento había tenido mis dudas. Había cavilado en la noche muchas veces acerca de si había sido yo quien había roto el encanto y había abierto las puertas de la muerte, y muchas de esas noches no había podido dormir agobiado por una extraña sensación de pesantez en el pecho. Ahora que has hecho esa declaración, y aún cuando haya sido al pasar, has vuelto a ser tú, ese esplendoroso ser que alguna vez volaba por el cielo de mi habitación y que la coloreaba como seguramente nada nunca más volverá a hacerlo".
Haruki Murakami, "Kafka en la orilla".

viernes, 25 de junio de 2010

De pronto veo caer hojas de otoño secas desde las ramas de un árbol. Una brisa suave las desprende y caen oscilando con lentitud. Miríadas de hojas se desprenden y caen recortándose contra el cielo plateado. El tronco del árbol se ve negro con el contraste y las ramas parecen tener una actidud resignada y dulce. La lluvia no se decide a caer aunque la tierra está mojada.
No dejo que me asalten los recuerdos. Quedo sumido en un estado de tenue asombro, embebido en el deslumbrante plateado del cielo. Las hojas caen como si lo estuviesen haciendo a kilómetros de distancia. Decido enfocar mi atención en ellas y por un momento siento la oscilación. Luego cierro las claraboyas y me echo a andar.
El asombro actúa como una especie de frontera para los recuerdos y la imaginación. Los escritores de haikú dicen que es el estado en el cual deben escribirse estos poemas. Parece ser un estado que tiende a difuminarse en cuanto aparece, como si fuese un centelleo. Por alguna extraña razón éste permaneció por varios minutos. Si las hojas hubiesen sido de alguno de los espléndidos arces blancos, de tronco jaspeado con manchas café, como los que hay en Japón, quizás se me hubiese ocurrido algún haikú. Horas después se desata la lluvia.
Negra la tierra, negros los haikú, negros los heraldos negros. Tan solo el cielo resplandece.

viernes, 18 de junio de 2010

Recetas para encontrarse:
- estar a solas sin preocupaciones.
- el ocio regio de los romanos.
- dejar que el espíritu de los amigos entre como una tromba.
- pasear en la noche mojada, después de la lluvia, por algún sendero de cerro.
- ver el cielo durante un rato.
- expulsar a los demonios y a los ángeles y todo lo que se encuentre, incluso lo que no quisiera salir.
Rien, de nuevo como Luis XIV. Una chispa, una sola que se guarde, puede incendiar un bosque, Bukowski. Ángeles y demonios, malditos los unos, benditos y perversos los otros, Rilke. Rien. Una gota de agua que corre por el vidrio.
Puede que no valga la pena. Pero no me moveré de aquí.

martes, 4 de mayo de 2010

Escucho a Regina Spektor, "Us". Siento el frio del otoño. Miro por la ventana. Escribo sin ton ni son pero con cierta constancia. Decido y decido como si una corriente de agua fuese bajando por la montaña. Me sorprendo de sentir cómo algo apagado y tenue se perfila en el horizonte heideggeriano de mis sueños. He pensado que una especie de lobo husmea curioso y confiado los ramajes de los árboles. Una vieja canción a veces se me cuela por los oídos de la memoria. Una nostalgia detrás de otra, y de otra, como si algo que no conozco no se decidiera a abandonarme. Parece que por ahora no quedaran preguntas sino que apenas una especie de mecanismo seguro y atildado que corre y corre yendo hacia donde corresponde sin hacerse interpelación alguna. El café está empezando a hacer mella en el epitelio gástrico a pesar de las protecciones naturales con las que suele funcionar. A pesar de todo esto, una canzonetta estúpida tiñe esta y otras divagaciones, a pesar del lobo y del agua que baja caudalosa.
¿Alguien tiene el futuro asegurado?

domingo, 11 de abril de 2010

- Que ame como un cisne.

Le ha vuelto. Cada cierto tiempo le viene un estado en el que como que estuviera ido, desconcentrado. Farfulla alguna idea, ésta le da vueltas en la cabeza y se la incendia, y quizás, como podría decir Machado de Asís, se divierte en su cabeza, se columpia y vuela y cosas así, de modo que después de unos días pareciera que le abandona y que su alma queda sonriente, alelada, como habiéndose descargado de algo. En Moscú ya tenía estos accesos, y en esos casos no quedaba otra que acompañarlo, alimentarlo y cuidar de que no se distrajese al cruzar las calles.

- Que ame como un cisne.

Mira el cielorraso. Está tendido en la cama. Su alma está tan solo a medias en este mundo. Algo que le ayuda en estos casos es hacerlo hablar. Parece que con eso las cosas se le van acomodando y calzando unas con otras, hasta que forman un todo y con eso se pueden comenzar a hundir en su alma hasta que se funden con otras y dejan de operar. Bueno - pienso, mientras enciendo un cigarrillo -, como todo el mundo.

Dice que busca una mujer que ame como aman los cisnes. Que cuando un cisne muere, al poco tiempo el otro lo sigue. Que están rozagantes cuando están juntos y que se opacan cuando se separan. Que no aceptan a nadie que no sea el otro, por mas gallardos que sean los cisnes - o cisnas, ¿existirá la palabra? - que se le crucen. Que los cisnes son animales que saben que hay otro mundo. Que parecen nadar separados cuando en realidad se van haciendo uno solo... Habla y habla sandeces de ese calado. Llevo ya unos 3 dias casi sin dormir escuchándolo mientras farfulla enfebrecido. Por suerte hay una botillería cerca donde siempre tienen Schtolishnaya y cigarros. Entre paréntesis, las porquerías que fumo me están matando.

- ¿Y tú que piensas Mahiakeff?

Buen signo. Cuando se le empiezan a aparecer los otros es que está empezando a volver. Ahí hay que tener cuidado con lo que se le dice. El más mínimo tropiezo lo manda de nuevo al otro mundo.

- No sé. Los cisnes son cisnes, los humanos son humanos.

Trato de ser neutro y no echar a perder las cosas. Las ideas que tiene siempre son de esta índole: disparatadas e incomprensibles. Pero le revuelven el cerebro, se lo dejan en estado de revolución y lo mejor es alimentarlo cuando se puede y dar opiniones neutras mientras pasa el temporal.

Buen tipo Igor. Estos accesos le han hecho perder varios trabajos. Los jefes se apenan cuando le dicen que ya no va mas porque hace muy bien las cosas y porque es un buen tipo, pero les da miedo que ande por ahí alucinado. No vaya a ser que de repente le dé por quebrar cosas y temas así. Pero no. Es un remolino que se le viene en el alma y que después de un tiempo lo deja. Hasta la próxima.

Mira el cielorraso. Masca como si rumiara un pedazo de salchicha que he logrado meterle a la boca. Pareciera que en el cielorraso viese cosas.

- Como los cisnes.

Llega Milenka. Se quedará con Igor un rato largo. Salgo a estirar las piernas, me hace falta. Camino por el Forestal, paso frente al Bellas Artes, veo pasar el riacho café y sucio en que está convertido por hoy el Mapocho, veo las gaviotas en sus riberas. Me sorprendo preguntándome como se aman las gaviotas. No es la primera vez que me pasa. A fuerza de delirar, y quizás también porque en esos casos paso mucho tiempo con él, me lo empieza a pegar. Tengo que andar alerta.

Vuelvo. Milenka lo ha hecho comer. Sonríe. Echa incluso un par de bromas. Enciendo otro cigarro y lo miro. Los griegos tenían una sola palabra para decir "niño" y "loco": nepíos. Igor es nepíos o se vuelve nepíos. Cada cual es como es. Y quien es nadie para hacer algún juicio.

Miro por la ventana. Curiosamente, cruza volando una gaviota. Solitaria.
Mejor ni se lo menciono.
Schtolishnaya.



miércoles, 7 de abril de 2010

Entre tanto "Rien...", esto.


Miro de nuevo los ojos de tus ojos
y quedo en silencio
como un coyote
frente a las dunas infinitas.

Miro de nuevo las gotas de sudor que cubren tus hombros
y un rumor
como el de las lechuzas
murmura en mis oídos.

Miro tus labios
misteriosas granadas
que estallan como palomas huyendo de la lluvia
y después
no queda nada de mí.

Eres un soplo que escapa del bosque
una espiral en mi garganta
un delicado instante
perdido en el vacío.

lunes, 18 de enero de 2010

Exhausto.
Los atardeceres son plomos, sobrevivientes. Ápices de fuerza sostienen el cuerpo, convertido en una especie de sombra.
Entretanto, leo. Mishima: "un muro de sombras..." entre otras exquisitas frases. Bloom: "las doce caras de Dios...". Sartre: "la náusea ha vuelto a invadirme".
Vienen los Cranberries en Enero. Cuando fuí a ver a la O'Riordan aluciné con su voz celta. A la espera y pidiendo pista una docena de libros que me apetecen. Mi cuerpo necesita sol para hacer huír a las sombras y convocar a cierto guerrero que duerme. A veces necesito ver al Rilke, mi perro que se quedó ciego, como Argos, el perro de Ulises.
Desfallezco. Ulises. Un muro de sombras. Imprescindible comprar las entradas para ver a los Cranb. Náusea. Espero despertar.

lunes, 4 de enero de 2010

A todos
quienes han pasado por aquí
mi agradecimiento mas sentido
y mis deseos de que el 2010
les traiga
felicidad
prosperidad
la serenidad de los sabios
y crepúsculos
miles de crepúsculos
azules y anaranjados
para su hermosísima
y única
alma.