lunes, 26 de enero de 2009

Me pongo una cinta de cuero en la muñeca derecha como hago al comienzo del verano. Los días de ocio se acaban cuando algo me dice que ya es tiempo de quitarmela. Cuando ocurre eso es que mi espíritu ha vuelto a tensarse y resplandece alborozado buscando el centro de la liza, como hacían los jefes griegos en La Ilíada, que enfilaban una y otra vez su carro de combate hacia lo mas encarnizado de la batalla. Cada uno tiene su espíritu. El mío tiene esas costumbres, sospecho que incluso antes de aparecer sobre este mundo.
He guardado las cintas de cuero de varios veranos, pero eran tantas que el otro día las boté. No podía distinguir un verano de otro, así es que tampoco eran soporte para que fluyeran los recuerdos. Pensé en hacer una trenza con ellos, una trenza que sirviera para atar algún peplo o adornar las jarcias de alguna barca aventurera, pero después pensé que lo que tiene que acabarse tiene que acabarse, y punto. Así es que las eché a la basura.
Ayer me pasé horas en el agua conversando con el Paul acerca del libro que le van a publicar ahora luego. Es una serie de ensayos acerca de la identidad dice. Paul es hijo de inmigrantes y no tiene ahora otros parientes que su única hermana y mi familia (es mi cuñado). Nos enfrascamos en un análisis, basado en intuiciones y visiones mas que en razones y conocimiento, acerca de lo que llamamos "el lugar en el mundo", sea eso lo que sea. Rato después retomo mis notas acerca de "La Embriaguez", una delicada novela que ya veo va a demorar varios años en llegar a ser.
Al anochecer miro el cielo y cuento las estrellas. Me faltaron algunas. No sabía si eran estrellas o satélites, lo mismo que en la vida cotidiana. Mi espíritu se encuentra de vacaciones. Los carros de combate empiezan a acumular herrumbre. Allá lejos una ciudadana que se llama Musa empieza a desperezarse y sonreír. Y yo hago un brindis por las intuiciones y las visiones y por la embriaguez de estar parado, aún con infinita fragilidad, sobre este mundo.

viernes, 23 de enero de 2009

Pound: detalle sobre poesía y psiquiatría.

De seguro el viejo Ezra hubiese leído esta nota sonriendo. Así, sonriendo, era como acogía a quienes se le acercaban pidiéndole consejo, guía, iluminación, en el difícil y a veces árido camino de la poesía. Eliot y Ginsberg, entre otros, amaron sus exuberantes y alucinados Cantos, y tomaron sus consejos como palabras de maestro.
La historia personal de Ezra Pound está marcada por la controversia y la agitación. Establecido en la Italia de los 30, creyó ver en la figura del Duce una remembranza de los mecenas del Renacimiento. No tardó, por esa vía, en sentirse envuelto en la grandiosa estética de la época. Después, ya se sabe, su figura vociferante a través de las ondas de la Radio Roma atragantaba a los cancerberos. Estos lo enviaron a las jaulas del Disciplinary Training Centre, cerca de Pisa, en cuanto fue capturado y entregado a las fuerzas de USA por los partisanos en 1945. Al año siguiente fue declarado loco por una junta de psiquiatras y fue enviado a una larga internación de 12 años al St. Elizabeth’s Hospital en Washington. Allí continuó escribiendo y recibiendo las visitas de los poetas que lo admiraban. Estando internado, en 1949 se le otorgó el Premio Bollingen de poesía, lo que desató un sonado escándalo: el loco, el antipatriota, ensalzado y puesto en el Parnaso. Más aún, el premio entregado en honor a sus Cantos Pisanos… En 1958 su caso fue revisado y se le dio la libertad, o fue dado de alta, según como se mire el asunto, después de lo cual partió de nuevo a Italia, donde vivió hasta su muerte, en 1972.
El viejo Ezra fue sin duda un alucinado. Escribió su obra mayor, Los Cantos, en 117 secciones a través de casi cincuenta años. Con versos en diversos idiomas, incluyendo el chino y el griego clásico entre otros, Los Cantos son un gran poema épico cuyo objeto es la Historia, o sea, la dilatada y dramática epopeya de la especie humana. Cruzan por sus versos las más diversas figuras, mitológicas, políticas, anónimas, mezcladas en un huracán que jamás decae. El viejo Ezra fue un alucinado y Los Cantos por tanto no podían ser otra cosa que una poderosa alucinación acerca de lo que yace en el fondo del ser humano. ¿Lo habrá visto así?. Quizás si, quizás no. Lo que es seguro es que con esta nota hubiera sonreído.
Entresacamos algunos versos de Los Cantos y los transcribimos aquí para oírlos mas que para leerlos (se recomienda luz refulgente y voz asordinada). No podemos dejar de pensar que nos hubiese gustado escucharlos a través de las ondas de la Radio Roma, con la voz áspera y cascada del viejo Ezra, alucinado por la Historia, mientras mas allá del dial la junta de psiquiatras del St. Elizabeth´s Hospital toma notas y trata de entender.




I

Y entonces bajamos a la nave
enfilamos hacia los roqueríos, deslizándonos sobre el mar divino,
izamos el mástil y la vela sobre esta oscura nave
llevando ovejas a bordo, y también nuestros cuerpos
cargados de llanto, y los vientos desde popa
hinchando las velas, y empujando
de Circe la nave, la bien peinada diosa.
Nos sentamos luego, el viento agitando la caña del timón.
con las velas henchidas navegamos hasta el fin del día
el sol a su descanso, las sombras sobre el océano todo…


XXV


Promúlguese:
A Doña Sorantia Soranzo que vaya para
la fiesta de la Ascensión por la noche en una barca cubierta y
baje a la ripa del Palazzo, y cuando primero vea la
Sangre de Cristo que suba al Palacio y pueda
estar en el Palacio VIII días para visitar al Dogo su
padre sin dejar el palacio durante ese período, ni
descender las escaleras del palacio y que cuando las descienda
que vuelva por la noche a la barca de la misma manera
estando cubierta. Para ser revocado a voluntad del consejo.

aceptado por 5 del consejo.



XXVII


Y hubo aquel editor de música
que trajo la cabeza jibarizada de un indio
sin huesos, aceitada, desde Bolivia, y dijo:
“Si, estuve allí. No pude hacer clientela,
Mucho después de haber derretido las placas
llegó una orden, 200 copias, Perú
o de alguna estación en Chile”.
Me llevé a Floradora en láminas
y volví con una momia pelirroja
con un aire Clara d´Ellébeuse cantando “Stretti”.



XXXV

Así es que ésta es (podemos creerlo) Mitteleuropa:

El Señor Corles comandaba ametralladoras
pero cuando llegó el momento de hacer fuego
simplemente encendió un cigarro y se alejó
de su batería y se sentó en el campo,
algún subalterno dio la orden de disparar
El Sr. Corles no sufrió la pena extrema
porque su familia
era una buena familia burguesa en Viena
fue enviado a un manicomio…

jueves, 22 de enero de 2009


Los Lipizzanos son los caballos blancos entrenados para hacer maravillas de sincronía y arte frente al Emperador de los austro-húngaros. Por generaciones los soldados que hacen de palafreneros y jinetes los han hecho desfilar haciendo acrobacias y luciendo los gallardetes que se han ganado en estos afanes propios de una corte lujosa y necesitada de lucir sus grandeza. Los Lipizzanos vinieron de España, y se conoce a la legión de caballos y jinetes de Viena como la Escuela de Caballería Española de Viena.

La foto es del lugar donde hacen sus presentaciones. El suelo es de arena café, que no levanta polvo. Los espectadores se acomodan en aposentadurías a los costados. Al frente está el palco del emperador y sus amistades. Podrán observar que no se nota pobreza, podría decirse, y que sin duda es el lugar del mundo donde los caballos poseen mas glamour. La noche estaba fría, el invierno pega fuerte en Viena, pero creo que esa es una de las noches que más dificilmente olvidaré.

viernes, 16 de enero de 2009

"Vendrá la muerte y tendrá tus ojos..."

Cesare Pavese.

miércoles, 7 de enero de 2009

Informe sobre unos ojos.

Parado frente a los inmensos reflectores de tus ojos, a las inmensas y profundas lagunas que son tus ojos, comienzo a centellear. Los centelleos se reflejan hacia todos los rincones del universo y lo transforman en un lugar incandescente.

Entonces no queda otro recurso que convocar a los rayos de la luna y hacer con ellos una especie de capullo para poder sobrevivir. En la oscuridad del capullo escribo con letras pequeñas un reporte, que apenas termino empieza a centellear. Las fibras del capullo también comienzan finalmente a centellear y lo mejor termina siendo salir de allí y mirar fijamente las inmensas y profundas lagunas que encienden el universo y lo hacen incandescer. Si uno es riguroso, lo mejor es dejarse encender sin resistencia. Aunque, por pura costumbre, hago un pequeño movimiento antes de empezar definitivamente a centellear.

lunes, 5 de enero de 2009

Golpeo a la puerta, tres veces, como lo hacían los cabalistas para anunciarse entre ellos.
- ¿Si?
- Ehh... Mahiakeff.

Silencio.
Golpeo de nuevo.
- ¿Sí?
- Mahiakeff. Abre y déjate de pelotudeces.

Abre. El aspecto es espeluznante. El pelo lleno de greñas, bolsas gigantescas bajo los ojos, la piel cetrina. Hace tiempo que no se veía tan mal.

- ¿Qué quieres?
- Primero, saber cómo estás. Segundo, si te falta algo. Tercero... si puedo hacer algo más por tí.

Nadie sabe qué se vino a hacer. Tiene un cáncer de pulmón avanzado y lejos de posibilidad de cualquier terapia. Respira con dificultad. No tiene ni ha tenido trabajo desde que llegó, hace unos meses. Vive de la misericordia. Es imposible que haya estado peor en Moscú. Y se vino sin conocer a nadie.
Tose.

- Queda poco.
- Parece - digo. Por decir algo.

Cuando me voy, musita:

- Oye Mahiakeff...
- ¿Sí?

Piensa unos segundos.

- Cierra bien la puerta al salir.

Cierro bien la puerta la salir. En la calle aspiro una bocanada de aire. Uno no se da cuenta de todo lo que tiene. Aire, por ejemplo. Enfilo hacia el "Ajedrez", por vodka. Eso también: vodka. La madrecita Rusia, lejana y omnipresente.
Aire, vodka, la madrecita... Mucho.

viernes, 2 de enero de 2009




VII. Flora.



Gossypium hirsutum

passiflora caerulea

vanda caerulea


Costus spiralis

basella rubra

allamanda cathartica

vanillia planifolia

sechium edule


Ruizia cordata

mimosa pudica

jacaranda mimosifolia

manihot esculenta

hibiscus sabdariffa

arachis hypogea

euphorbia pulcherima

dieffenbachia maculata


Cuantas horas frente al escritorio

Camarada

gotas de sudor en la frente

gotas de agua ambarina corriendo por los sulcus de tu ebúrnea superficie

la nave de los locos abandonada a su suerte en los ríos de Europa

es una sencilla anécdota

al lado de la hercúlea tarea

de diseñar

cada una de estas memorables formas

hechas concienzudamente

para la fugacidad.