viernes, 28 de marzo de 2008

1.- Muerte de la tía C... Ayer al amanecer me despiertan para darme la funesta noticia. Tenía noventa. Murió después de un largo sufrimiento inconsciente. Abro, mirando por el ventanal, un antiguo poema inconcluso: "Todas las que te amaron han muerto".
2.- Hoy me reúno con los compañeros de la alegre figura, con los que juego dominó y hago brindis por los cielos y cualquier cosa que se cruce. Supongo que estaré triste.
3.- Encuentro todo interesante. Hasta lo mas banal. Pero ninguna palabra se asoma a mis labios como para quedarse. Todas huyen.
4.- Decido no hacerme demasiado caso. Debería uno hacerlo mas seguido.



La Casa de los Caballeros Teutones, en Viena. Me los imagino serios, emperifollados, adustos. Decididos a extender la fe cristiana por el universo y a defenderla a rajatabla. Dentro de la Casa estaba lleno de escudos de almas que ya no están sobre este mundo.

jueves, 27 de marzo de 2008


No lo podía creer. A la entrada del Museo de Atlanta estaba esta escultura de Rodin que había visto en los jardínes de uno de los museos mas conmovedores del mundo, el Rodin de Paris, que queda cerca de Los Inválidos. Es una de las tres gracias que coronan la Puerta del Infierno, una de las tres sombras que despiden a las almas a la entrada del Infierno. Estaba allí recortada contra el cielo de Atlanta, en medio de gigantescos edificios, en un tono totalmente distinto al que tiene en su casa parisina. Aquí parece alguien que viene llegando de una juerga o alguien que está partiendo hacia el infinito.
Es linda Atlanta. La ciudad de Martin Luther King, de la Coca Cola, de los parques gigantescos. Y de la exquisita estatua de Rodin que ha dejado de estar a las puertas del infierno para irse en una generosa juerga.

miércoles, 26 de marzo de 2008



La Ópera de Budapest. Como todo en Europa, tiene su cuento. Sissi, la esposa de Francisco José I, adoraba a los húngaros y quiso una ópera reluciente en Budapest tal y como había en Viena. Francisco José mandó construír una pero con la expresa demarcación de que fuese menos que la de Viena, la capital imperial.
Así se hizo. Este marmol (el blanco, el de arriba...) es del hall de la hermosísima Ópera de Budapest. Por supuesto, como es imperial, representa un personaje de la mitología griega (por estos días estoy volviendo a leer, por sexta u octava vez, la Ilíada...) que no recuerdo, o no sé si supe quién era alguna vez. Oí en los balcones interiores a un hombre y una mujer que entonaron tres arias mientras yo bebía una copa de champaña. El edificio estaba cubierto por fuera por una tela roja aterciopelada, tampoco recuerdo por qué.
Cuando uno está vivo tiene pocos recuerdos de los detalles. Tan solo del poderoso tráfago de la vida. Eso me pasó en Budapest, y lo recuerdo ahora, en estos minutos en los cuales vuelve a flamear en mi memoria el rojo aterciopelado del edificio de la Ópera de Budapest.

lunes, 24 de marzo de 2008

Desde el 94 llevo anotaciones en croqueras de tapa negra. No es un diario de vida porque anoto tan solo lo que se me da esteticamente. Hay días en que he anotado, igual que el rey sol, "rien", nada, porque aunque hayan pasado cosas notables pueden no haberlo sido en la dimensión estética.

Por ejemplo ahí hay anotaciones sobre "Turandot", la ópera. Sobre las impresiones que me deja el MOMA. Sobre el Museo Rodin. Sobre la corteza anaranjada de algunos árboles. Y sobre el espíritu que me va dejando cada libro que termino.

Pero este fin de semana, frente al mar, he decidido comenzar a agregar otra serie de datos: los movimientos de mi espíritu.

Una vez estaba en un yate blanco vagando por unas horas en un pequeño archipiélago del Caribe. Pedí Johnny Walker etiqueta negra... y había. Entre los pocos tripulantes iba una joven psiquiatra que era licenciada en arte. Después de que corrimos un arrecife de coral buceando, conversamos y me dijo que lo estético es todo lo que provoca "estésis", impresión. Lo contrario es la anestesia.

No se si estoy muy de acuerdo. Tuvimos una larga disputa alrededor del tema y ella, sonriendo, me acusó de "parnasiano". En fin. Lo que importa ahora es que los movimientos del espíritu quizás quepan dentro de la categoría de estéticos si es que se aplica este criterio.

Vaya uno a saber.

Frontis del Palacio Pallavicini, en Viena. Le conté al Prof. que existía y se puso contento. Tomé después un café en el Hofsburg, que queda al frente. ¿Habrá ciudad mas bella que la bella Viena?

martes, 18 de marzo de 2008

Una amiga del alma me regaló hace un tiempo un libro acerca de la obra de un pintor-arquitecto, Hundertwasser. Le pregunté que por qué, y me dijo riendo a carcajadas "¡Porque está loco como tú!!".
Años después estuve en Viena, y una de las atracciones es la casa, el barrio mas bien, proyectado por este pintor vienés a quien le pidieron que hiciera de arquitecto. Es a todo dar. Las fotos lo muestran Caminar por ahí es asomarse a la locura "de la buena", creadora y magnánima. A Viena le hizo bien Hundertwasser, y al mundo entero creo yo.



La entrada al barrio. Noten las columnas, los colores de los balcones, los mosaicos con y sin arabescos, la calidez. Es como barrio de pueblo pero loco.



Un balcón para tomar cafecito. No café, cafecito. Dan ganas de conversar, echar el pelo, dejar pasar la vida en estos rincones. La pinta de Hundertwasser era mas o menos así: dejar pasar la vida en buena.



Aquí un negocio de baratijas para los turistas. Colorinche hasta los tuétanos en medio de la augusta Viena. No sé si mi amiga tendrá razón o no. Lo cierto es que la pasé magnífico en el barrio Hundertwasser, aunque creo que a cualquiera le podría pasar. Después me subí a un tranvía y me fuí a pasear al centro, y bebí una cerveza vienesa en homenaje a Hundertwasser y a todos los locos en buena que pueblan, para bien del cosmos, la accidentada y esplendorosa faz de la tierra.

domingo, 16 de marzo de 2008

Despierto, me hago un café negro exquisito, y abro la ventana. La flor de los poetas crece abigarrada en una maceta al lado afuera del ventanal y en el cielo flotan bellísimas nubes algodonosas. Continúo leyendo "Me llamo Rojo", de Orhan Pamuk, el extraordinarimente dotado escritor turco, con cierta nostalgia porque ya me quedan muy pocas páginas, y saco algunas canciones del computador y las traslado en el pendrive al equipo de música. Rachel Yamagata, Serrat, Mecano, la Chapman, una mezcla sin ton ni son pero que dan ganas de brindar. Y un texto de Zurita que me estremece.


Te palpo, te toco y las yemas de mis dedos buscan las tuyas porque si yo te amo y tú me amas tal vez no todo esté perdido. Las montañas duermen abajo y quizás las margaritas enciendan el campo de flores blancas. Un campo donde Los Andes y el Pacífico abrazados en el fondo de la tierra muerta despierten y sean como un horizonte de flores nuestros ojos ciegos emergiendo en la nueva primavera. Pero no, las margaritas continúan doblándose sobre el mar difunto, sobre las grandes cumbres difuntas y en la oscuridad, descendidos, como dos evanescentes pieles que se buscan, mis dedos siguen palpando a tientas los tuyos porque si yo te tóco y tú me tocas tal vez no todo esté perdido y todavía podamos adivinar algo del amor. De todos los amores muertos que fuimos y de un campo de flores que crecerá cuando nuestras mortajas blancas, cuando nuestras mortajas de nieve de todas las montañas hundidas nos besen boca abajo y nos vuelvan para arriba las erizadas pestañas.







Lanzamiento de "Hespérides", Feria del Libro de Santiago 2002, Estación Mapocho. Uno de los mas hermosos abrazos que he recibido.

A propósito, éste es uno de los dos poemas que están en "Hespérides" que creo tienen un soplo, mínimo pero tienen, de eternidad. Es un memorandum, que un hombre envía solo una vez en la vida, cuando se le aparece la que será para siempre la única en su corazón.

Evanescente.


Vistos

los sueños en los cuales has yacido envuelta

los tejidos cubiertos por la celeste luz de tus párpados

los mármoles, las alas de los bergantines, las sombras

más aún, los textos de tus recuerdos

el olor que se niega a desaparecer

los blancos abrazos, la lluvia de tiempo

hundo una garra en mis entrañas

las elevo al sol

y me duermo persiguiendo tus huellas por otros mundos,

bajo otros cipreses

para hacerte volver silenciosa

sobre estos llameantes pastizales.

viernes, 14 de marzo de 2008

Ícaro.

La última. Me llama mi socio, el que hospitalizó al nene, y me canta de sopetón: "¡Se arrancó!!!"...
Se subió al techo (nunca había pasado en la historia de la clínica) y de ahí nadie sabe qué hizo.
Yo creo que voló.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Un amigo me pide que pase a ver a un muchacho que tiene internado en una clínica. Se lo fuma todo y la última fue que ayer se mandó unas tiras de peyote que cocinó. Peyote.
Es divertido. Terminamos muertos de la risa. Todavía tiene mescalina dandole vueltas por el cuerpo. De repente me mira extrañado y después de un par de segundos sacude la cabeza. ¿Qué te pasa? Mira desde otro mundo, pero al instante cae en éste. "Es que te ví el aura".
Mi aura es transparente y tiene puntitos rojos y negros. La de él es celeste. Él puede ver el aura porque tiene facultades especiales. Me explica que el color celeste de su aura es porque tiene los chakras abiertos. Y que yo debería hacer yoga para liberar mis emociones reprimidas y así que el aura se me vuelva celeste. El aura transparente no es mala me dice solícito, pero con cara de que hay peores. Tiene 15 años. Se despide con un abrazo.
A la salida está oscuro. Seguro que en la red hay datos sobre escuelas de yoga. Tengo que abrir los chakras, quizás tenga mas de alguno medio tapado. Mañana tengo que hacer una clase, ojalá que se me destape como a esa hora. En algún rato me acordaré de él y le haré un homenaje callado. Salud. Por el bendito cielo oscuro, el yoga y la profundidad de los chakras.

viernes, 7 de marzo de 2008

La Bbiblioteca Imperial de Viena. Exposición de los regalos que recibió el Emperador Francisco José en el día de su cumpleaños de parte de los diferentes gremios, etnias y ciudades que componían el vasto imperio. Había papiros conmemorativos de los musulmanes de una ciudad remota, placas de los comerciantes de acero de una de las provincias, cuadros de las autoridades cíngaras y magyares, símbolos de los representantes de la comunidad judía, gualdrapas de los batallones de la Guardia, libros dedicados de los principes y nobles de diferentes puntos del imperio, todos primorosamente fabricados como si fuesen lo mas depurado que un grupo pudiese dar a luz. La majestad del imperio y del Emperador alcanzaba el espíritu de cada uno de sus súbditos. Por lo menos en teoría. Esta biblioteca testimoniaba el afán glorioso de los emperadores por conservar y cultivar el conocimiento de manera dedicada y venerable. Está llena de pequeños y grandes detalles que así lo hacen ver, siglos después que los restos del último de los Habsburgo ya han desaparecido totalmente de este mundo.


Por ejemplo ésto. Creo que es de Descartes. En una de las esquinas aparece Descartes mirandolo a uno como instandolo a perseguir la luz, la verdadera. Enteramente en mármol, firmado por uno de los escultores mas afamados de la época, mira hacia el infinito como si el comienzo del infinito estuviese en la Biblioteca de los Emperadores Austro-Húngaros. Nadie ha podido negar que así sea. Quizás eso era lo que pensaba Don Francisco José al amanecer, cuando miraba el cielo negro de la noche de Viena en el que apenas empezaban a despuntar los rayos de la aurora. Que ahí era donde estaba el comienzo del infinito. Se definía como el primer funcionario del imperio y por eso se levantaba cada día antes de que apareciese el sol, para dar el ejemplo. Donde esté, debe recordar, aunque sea de modo fragmentario la Biblioteca del Imperio, a partir de la cual se podría decir que comenzaba su propio infinito.

jueves, 6 de marzo de 2008

Tus ojos ruedan por el tobogán. Tus ojos enrojecidos ruedan cono granadas abiertas que fuesen desgajándose en el trayecto. Son bolas de fuego que lloran. Cristales feroces y húmedos que cruzan el aire en la caída y que dejan una estela de agua que se evapora en la superficie del tobogán. Llamas que crepitan, espigas de trigo que se elevan por el viento embravecido.
Caen al vacío. Una sucesión de destinos se hunden con ellos y sus ecos resuenan en el vacío. Tus ojos son meteoritos que se incendian en la inmensa negrura del vacío.
Loa míos resplandecen. Plenos de luz, de ellos salen rayos que incendian el mundo. Sonríen. Tus ojos y mis ojos una vez se cruzaron. Y los tuyos enrojecieron y se precipitaron al vacío.
Carta de Darío, capítulo aún impreciso de "La Embriaguez".

lunes, 3 de marzo de 2008




Hace tiempo que no veía un arco iris. Nunca había visto las dos puntas de un arco iris al mismo tiempo. Nunca había visto un arco iris entero sobre el mar.

Por eso cuando el Jóse, que tiene 7 años, es mi sobrino y es un permanente alucinado, gritó en el patio "¡Vengan a ver el arco iris! ¡Es maravilloso!" (de verdad habla así), no lo creí. Pero ahí estaba. Prueba de ello son estas fotos.

Al fondo está el poblado de San Juan de la Costa. Se fabrican lanchones y botes de toda laya. Saben hilar la lana recién trasquilada de las ovejas, toman chicha de manzana, bailan cueca chilota, que es con un zapateado con punta y taco, y salen día tras día a caminar por encima de las olas. Parecen griegos, subidos a las cóncavas y negras naves mientras aparecen los rosáceos dedos de la aurora.

Esto es mi símbolo del verano. El arco iris sobre el mar. El día era plateado y sobre el agua habían cisnes de cuello negro. Tiene buena cara el 2008, y si no la tiene yo se la voy a poner. Por de pronto ya ha comenzado: muchas tareas entretenidas y gente con buena vibra por manadas alrededor. Mis viejos sonrieron el verano entero viendonos a todos juntos, y viendo revolotear a los nietos, algunos gigantescos como el Cucho, otros locos bajitos y alucinados, como el Jóse y el Joaco, y otras delicadas libélulas como la Vale y la Javi. Yo hice mi parte empujando y empujando como bestia y armando uno y otro cuento.

El arco iris es el símbolo de mi verano y el sello que tendrá el 2008. Y pobre de él si se atreve a comportarse de modo avieso. No sabe con lo que se va a encontrar.