viernes, 18 de enero de 2008




Me voy al cumpleaños de un amigo, cada vez mas querido, y le llevo de regalo "Los Cuadernos de Da Vinci". Es preciso para él. Es un davinci que vuela sobre la realidad como pájaro de fuego. Me hace acordar un viejo poema de los tiempos de la escuela, en el cual los pájaros de fuego pasaban por encima de una columna de abandonados que huía hacia el horizonte aterrandolos y eviscerandolos, como resultado de lo cual los clamores llegaban al cielo. Da Vinci, mi amigo, es como esos pájaros pero al revés: su vuelo rasante va dejando una estela de vida.

Me encuentro ahí con un antiguo alumno ecuatoriano. Es bueno reír con los viejos amigos. Recordamos anécdotas y, como siempre que pasa en estos casos, nos despedimos con la sensación de no solo habernos encontrado con otro sino con retazos de uno mismo que se quedaron enredados en el pasado, registrados en la memoria del otro. Había buen vino, lo que hizo que los pájaros de fuego y los retazos de uno en el pasado volaran mas alto.

Volví a mi casa por una carretera despoblada. A todo dar, en la noche. Las luces también eran pájaros de fuego. Como los davinci y los amigos ecuatorianos, rasaban por el cielo. Mientras escribo esto entra el Andrés, un bellísimo muchacho residente de Psiquiatría a quien estimo. Resplandece. También es un gran pájaro de fuego.







Central Park, NY, lugar donde murió Lennon. Adornos de flores por un chinito buena onda que se pone los domingos. El Cucho está en Barcelona. Se oye bien.


1 comentario:

difusa dijo...

Barcelona ... cuna de Gaudi que no se pierda el Parque Güell.