viernes, 28 de diciembre de 2007

Entra y dice “No va mas”.
No va mas. En fin. Se veía venir. Estaba borrascoso tirando a temporal desde hacía un tiempo, pero nadie habría sospechado que iba a ser así. “Aprovechando el cambio de año” dice, “así es que a liar los bártulos y largarse de aquí”. Nos miramos un poco sorprendidos, pero los que lo conocemos, los que lo hemos visto liar bártulos antes, sabíamos que no era ni broma ni un impulso agitado rompiéndole el pecho. Había que liar bártulos.
Así es que aquí estamos juntando las cosas, echando las fotos del escritorio en una caja, quemando papeles, aliviando los cajones de tanta cosa que se va acumulando.
Entremedio nos fumamos un cigarro en el patio. Julio me dice: “¿Donde iremos a parar ahora?”. Creo que da lo mismo, le digo, siempre hay algún patio donde fumarse un cigarro. “Sí, pero ya nos habíamos acostumbrado a este”. “Quizás demasiado” le digo, y le doy una larga pitada al cigarro.
La Fernanda entra a mi oficina y me deja, sin decir palabra, una foto. Es la de un aniversario de la oficina. Estamos todos felices, hay brindis, serpentinas y challa. Sonríe pero está triste. Tal vez deje el equipo, tiene otras ofertas y desde hace un tiempo parece que quería cambiar de aire. Hace unos días le pregunté qué pasaba. “Al jefe se le secaron los ojos” me dijo. “Es como si estuviera haciendo la cosas porque hay que hacerlas no más”. Es cierto. Fernanda necesita más que eso. Necesita magia. Y aquí ya no quedaba. Le pregunté si lo que le ofrecían es mas en plata. Miró por la ventana, dejó pasar unos segundos, y dijo “Es menos. Pero es mucho mas en otras cosas”. “¿Cómo en qué?” le digo. “¿Cómo en certezas, en sueños... No sé. Pero lo de la plata da lo mismo” dijo.
Gabriel se demora poco en hacer sus cosas. “Siempre listo para partir” dice. “Mhh...” le digo. Gabriel es un tipo especial. No se hace problema con nada. Un temporal es un temporal y nada mas. Mañana o el mes que viene va a estar despejado. Por suerte existen tipos así. Yo miro por la ventana y no sé qué hay mañana. Echo cosas en desorden a las cajas. Liar bártulos. Ya me estoy acostumbrando. Tal vez a la próxima deje las cosas sin sacar de las cajas, o saque algunas no más. Lo que sí tiene que haber es un patio. Tiene que haber un patio. Qué sería de la vida sin los cigarros. Permiten concentrarse un rato en el humo y entonces parece que lo que hay ahora fuese para siempre. El jefe sabe esto. Aunque no fuma, siempre consigue trabajos donde hay un patio.

5 comentarios:

Rodrigo dijo...

Por acá algo parecido.
No quiero que se me sequen los ojos.

De pronto, la oficina nueva queda vacía.

Me iré cantando un tango con una cajita en la mano.

Abrazo.

Claudia Corazón Feliz dijo...

Don loco, sorry por mi blog, pero si achica la pantalla, va poder comentarme. No sé como arreglar esa cagá.

Un abrazo

Unknown dijo...

Las partidas tienen esa cosa... eso, melancolía le dicen?

Hay que aprender a irse... es parte del camino.

Un beso.

v dijo...

Pucha... y yo que estoy también en trance de liar bártulos... claro que de forma más doméstica, pero no menos difícil. Pero tiene también su parte buena, que es la sorpresa de lo nuevo que vendrá. Eso sí, completamente de acuerdo, los árboles son intransables.

@pauli_moli dijo...

No es que no echemos raices, es que somos de macetero y no de tierra.

Suerte para el proximo año. La hoja de vida queda en blanco de nuevo, a juntar anotaciones otra vez.

Un beso