miércoles, 29 de agosto de 2007

La Valentina es una muchachita encantadora. Está saliendo de una depresión severa que afectó mucho y muy mal su vida. Está bastante mejor pero sin duda aún tenemos bastante trabajo por hacer.
Mientras conversamos sobre cómo se ha sentido, de pronto me dice: "¿No te he contado nunca que yo antes veía demonios?".
Dice que cuando tenía 10 u 11 años veía demonios que sobresalían de los ángulos de las paredes. De varios tipos y configuraciones, le daban un miedo terrible. Sus padres la acogían e intentaban cuidarla, con poco resultado. Un psicólogo no intervino de manera demasiado efectiva. Con el tiempo, unos dos años serían, dejó de verlos. Sonríe con miedo y me pregunta si está loca o no.
Yo hago lo de siempre. Sonrío como con un chiste fino. Cambio el tema. Me dedíco a saber otras cosas. Dejo que mi mente se encargue del asunto. La mente suelta suele ser una buena compañera en casos así.
Al irse me mira con los ojillos asustados, pero traga saliva y me pregunta: "¿Has conocido otra gente que vea demonios?". Le digo que he conocido gente que ha visto de todo. Que en mi blog alguien me contaba que había visto ángeles. Que yo mismo veía cada cosa que te la encargo.
Ríe. A mandíbula batiente. "Así es la vida" le digo. Se va feliz, sin el peso de creer que está loca. No sé cómo se las arregla mi mente, pero me saca de cada cosa...
Los demonios de la Valentina estaban en su corazón y aún la perseguían. Espero que la risa los haya aventado. Miro por la ventana. Anda tanto demonio suelto. Por suerte, también anda harto ángel...




lunes, 27 de agosto de 2007

Reunión Clínica.

Dice que está loco. Sonríe. Dice que este mundo está perdido y que él prefiere estar aquí dessintonizado. Sonríe. "Soy Benjamín, el hijo adoptado. Igual que los picorocos". Sonríe. Se mueve silenciosamente como una piedra al borde del río haciendo murmurar el agua. "El país mundo" dice, "he trabajado en todo el país mundo". Se llama Benjamín. "No me gusta ni el uno ni el tres".
Hay quien dice que la locura es bella. No lo es. Es despiadada.

jueves, 23 de agosto de 2007


Me fuí al concierto de la Dolores O'Riordan.

Maldita. Mil veces maldita.

No puedo dormir. No me queda mas que leer los "Poemas de la última noche de la tierra", de Bukowski.

"...algo en mi interior me decía: venga, muérete, duerme
sé como ellos, acepta.

Pero luego otra voz interior me decía: no, conserva algo
por pequeño que sea
no hace falta que sea mucho: una chispa
una chispa puede prenderle fuego
a todo un bosque
una sola chispa
conservala"


Me traje una pañoleta. Dice: "Are you listening?".

Miro el techo. O'Riordan y Bukowski.
No puedo dormir.



domingo, 19 de agosto de 2007

Un grupo de estupendos muchachos, residentes de psiquiatría, me pide que hagamos un seminario acerca del arte de ser psiquiatra. El arte.
La Psiquiatría tiene mucho de ciencia, como el resto de la Medicina. El exceso de ciencia ha hecho que el arte se haya ido velando. Quieren saber acerca del arte. Saben bastante de ciencia.
He aceptado. Supongo que porque es un tema que me da vueltas y vueltas. Juntos podremos explorar qué ha ido pasando con el arte, el arte de incluir las intuiciones y los sentimientos en la práctica de la Psiquiatría. El arte de ser un ser humano, el arte real por excelencia.
Hemos tenido una primera sesión. Mañana será la segunda. Conversamos acerca de por qué es que estamos aquí, pensando en el arte y en lo humano. No se los digo pero creo que es por lo que he puesto al comienzo de esta nota: son estupendos muchachos que buscan dentro de sí con honestidad para hacer lo mejor posible por los demás. Durante un rato pensamos acerca de lo que es propiamente humano.
Pienso una y otra vez en esto: qué es lo propiamente humano. Por qué una mirada es sanadora. Por qué una palabra es sanadora. Por qué un encuentro ayuda a sanar, mas allá de este o este otro remedio.
Bellos muchachos que van por el jardín de su vida con una linterna buscando lo mejor de sí. Sonrío. Espero estar a la altura. Buscan lo mejor de sí para entregarlo a los demás. ¿Puede haber mejores personas?.

miércoles, 15 de agosto de 2007

La empuja suavemente contra la muralla. Ella gime, ahogada. Acerca la cara a la de ella con lentitud, demorandose y alargando los segundos, y cuando los rostros están casi pegados y ella tiene los ojos desorbitados por la sorpresa y el deseo, él saca la lengua húmeda y la pasa con fruición y ternura por encima de sus párpados, que ahora están bajos.
Sus frentes se tocan. Sus narices se tocan. Un silencio infinito envuelve la escena roto solo por el crujir del impermeable de él mientras levanta la mano para ordenar los cabellos de ella que le caen sobre el rostro. Se miran como si se estuviesen realmente descubriendo. Como si estuvieran mirando algo que yaciera en el fondo del otro. Se miran desnudos y certeros y ambos apenas respiran.
Él le toca la cara. La recorre durante largo rato con las puntas de los dedos. Toca su nariz, sus mejillas, el mentón, la frente, los pómulos. Ella lo deja hacer sin dejar de mirarle. Él le toca la cara del mismo modo que aquella vez que conoció el mar y quedó en éxtasis frente a la inmensa extensión del agua y el rumor de la rompiente, cuando luego se agachó y tocó la arena y la sintió deslizarse entre los dedos junto con las conchillas y los restos de pequeños crustáceos. Esa vez sintió que nada de lo que antes había experimentado con los dedos se parecía a la arena del mar, y que esa percepción le embargaba y le dejaba lúcido y limpio. La cara de ella, su suavidad, la tersura, la delgadez, le dejaban lúcido y limpio, y cuando bajó la mano, la quedó mirando tal cual se quedó mirando por primera vez el mar.
"La Embriaguez". Mahiakeff.

lunes, 13 de agosto de 2007

4:513: El sueño de los ángeles que soñaban con hombres: Fue durante una siesta. Soñé con una escalera por la que subían y bajaban ángeles, caminando como sonámbulos, con los ojos cerrados, la respiración pesada y las alas caídas. Tropecé con un viejo ángel, le desperté y le miré fijamente. Tenía el mismo aspecto que ofrecía mi abuelo el año pasado, justo antes de morir, cuando todas las noches rezaba para morir durmiendo. Oh, me dijo el ángel, precisamente estaba soñando contigo.

"Todo está iluminado". J. Safran Foer.




Paris. Las Tullerias.

domingo, 5 de agosto de 2007




Me cambio de habitación. Quedo en medio de mis libros, adorados, extraordinarios amigos. Sobre mi cabeza una poesía que me ha acompañado desde la niñez, pegada a la muralla. Es mi espíritu de esa época que se resiste a abandonarme. "El Brindis de Don Quijote", de Jorge Naranjo. Una vez en mi entrenamiento en terapia de familias el equipo me devolvió que mi personaje era un caballero andante, que portaba una gasa blanca en la punta de la lanza. No sé cuánto ha tenido que ver ese poema con semejante personaje.


Hace tiempo que no me sentía tan bien. Leo. A destajo. Reviso material antiguo. Oigo a Mónica de Pablo, cante jondo y poesía: "Dale a la piedra agua hasta ponerla mansa...". Pienso. Bebo minúsculas gotas de whisky, que resbalan lentamente por la garganta. Quemo incienso.



Cazador del espíritu de los pájaros, frente a Nòtre Dame de Paris.


Por cierto, Tom Waits.