jueves, 19 de julio de 2007

El post anterior es parte de "Las Montañas y La Muerte", un libro que terminé tiempo atrás. Se refiere a una mujer que entra y sale de la muerte eternamente. Es un homenaje a la Mónica, una bellísima mujer de Los Andes muerta por un melanoma hace unos años, madre de un entrañable amigo. Su recuerdo entra y sale de la muerte, y por supuesto, es ella a fin de cuentas quien entra y sale de la muerte.
Se separó de Luis, su marido, expertísimo piloto fumigador y profesor de pilotaje. Cada uno rehizo su vida amorosa y nunca mas se hablaron. Ella se fue a vivir a Campos de Ahumada, un lugar en la altura de los cerros desde el cual se domina el valle del Aconcagua. En las noches se ve el cielo negro y estrellado y las luces de las ciudades como si fuesen un solo cielo. Fuera de su casa pasaba un estero bramando suavemente cuesta abajo.
Después de un tiempo, Luis comenzó a pasar en su avión por sobre la casa en Campos de Ahumada. Pasaba lentamente, circulaba como un halcón amoroso, hacía ronronear el avión. Cada día. Por años no se hablaron y él pasaba día a día por el cielo de Campos de Ahumada haciendo ronronear el avión. Ella miraba el cielo y sonreía. Eso sucedió hasta que ella murió.
Ahora él ya no tiene recuerdos. Mira el cielo casi sin expresión. El neurólogo dice que es una especie de lenta demenciación. Yo no sé. A veces creo que lo único que recuerda es su avión, Campos de Ahumada y la imágen de una mujer que entra y sale de la muerte.

3 comentarios:

v dijo...

El texto anterior me pareció precioso. Pero éste... me llegó hasta el alma...

Camino del sur Pilar Obreque B dijo...

mmm, me faltaba completar la historia. Las vidas, ¿que hilos invisibles nos mueven?...

0º Latitud Sur dijo...

Y ese avión no es capaz de llevarlo lejos de el paso del tiempo, así, cortando el aire, con movimiento contrario a las agujas del reloj.. así, incesante hasta que el tiempo vuelva atrás y el vuelo perpetuo sobre los cerros que sirven de ventana a nuestro valle de Aconcagua, el único lugar en que el silencio podría reunirlos...
Gracias, profe, no se porqué le digo profe si Ud. no es mi profe, pero es la palabra más cariñosa y respetuosa que conozco y viene a mis labios solita, se posa, es generosa y me permite musitar...